Matías Fuentes estaba preso antes de nacer. Su mamá cumplía su condena por robo en la cárcel de Ezeiza cuando lo parió. Sin embargo, cuando salió a los cuatro años, lejos de mejorar, su vida se volvió cada vez peor por hacer lo que le enseñaron de chico: robar.

"Llevo 21 años preso y tengo 36. Estuve en aproximadamente 20 cárceles", detalló el hombre en diálogo con Periodismo Para Todos. Matías refleja el fracaso del sistema criminal argentino, que no busca que los exconvictos puedan mejorar su situación luego de cumplir su condena. "El Patronato nunca me ayudó a conseguir trabajo, ni siquiera a hacer el DNI", aseguró Fuentes, que va a salir libre en menos de un año. Está terminando su octava condena.

Al llegar a los cuatro años, el límite máximo fijado por la ley, Matías fue trasladado del penal de Ezeiza a un colegio de monjas a la espera de que su mamá cumpla con su tiempo en prisión. Ella salió, lo buscó y lo obligó a robar. "La primera vez que fui a robar fue con ella. Me llevó a un mercado y me ponía cosas debajo de la remera. Después pasé a hacerlo yo solo", contó.

"A los 12 años tenía la obligación de traer plata a mi casa, sino no podía dormir ni vivir ahí", afirmó Matías sobre la banda criminal que comenzó a liderar su mamá con otros familiares suyos. "Ella nos daba un lugar en la casa, pero a cambio tenías que corresponder con dinero", señaló.

Además de robar bicicletas y cosas sencillas de los comercios, Fuentes contó que a veces junto a cinco chicos se encargaban de la logística del robo. "Nos hacíamos amigos de los propietarios de los locales donde comíamos y mientras hacíamos que dormíamos veíamos todo el mecanismo del lugar. La información se la dábamos a mi mamá para que otras personas hagan el trabajo sucio", explicó respectó al modus operandi de robos cada vez más grandes.

No tardó mucho para que Matías vuelva a estar en el lugar donde dio sus primeros pasos y donde jugaba con autitos construidos con candados atados de un hilo. "Toda mi adolescencia estuve en la mayoría de los institutos y correccionales de La Plata y Buenos Aires. Eran pocos los días que estaba hasta que me escapaba y me metían en otro", indicó. Una de las causas de su reincidencia fue que al tener antecedentes se le complicaba a la hora de conseguir trabajo. "Entonces, tuve que recurrir a lo que era fácil para mi pero que no era bueno. Sabía que no estaba bien, pero no encontraba otra cosa para hacer", remarcó.

Tras una cumplir una condena de 7 años por un secuestro, Matías duró solamente 8 meses en libertad. "Reincido porque no hay trabajo afuera, no hay ayuda de parte del Patronato del Liberado y tampoco de la Justicia", señaló sobre su reiteradas vueltas a las cárceles. Según contó, tiene pruebas y testigos que ratifican que siempre que salió fue a buscar trabajo, pero no consiguió.

"En la cárcel no vas a cambiar a una persona porque le des más años. Salen peor. Acá tenes que mandar por los años que merecen y con la ayuda para poder revertir la situación", concluyó sobre su situación.