"En esos remansos del destino -escribí hace tiempo- uno encuentra algunos soles'' que son la familia, los recuerdos y los amigos, y entre ellos tres poetas judíos que tuve el honor de tratar y cultivar una fraternal amistad. Me refiero a José Barchilón, Miguel Cohan y David Bielous. Destaco que son judíos no por que sean los únicos en San Juan, felizmente hay varios escritores y escritoras sino por que a la vez quiero adherirme al centenario de la Sociedad Israelita de Beneficencia de San Juan celebrado recientemente. Se trata de una entidad abierta a toda manifestación cultural que brinda en forma gratuita en su sede, un generoso espacio para exposiciones pictóricas individuales o de centros y asociaciones que nuclean a artistas plásticos, además de conferencias, recitales poéticos y musicales. Es oportuno señalar que de todos los actos participan desde el presidente de la Sociedad, doctor Leonardo Siere hasta socios, es decir que acompañan con su presencia a los expositores, algo que no es común encontrar en instituciones privadas. En mi caso particular fui honrado con una invitación a ofrecer una charla sobre literatura sanjuanina junto a la escritora, poeta y artista plástica, profesora Fanny Escolar de Siere. 


Respecto a los tres escritores, con José Barchilón la amistad tenia dos pistas: el periodismo y la poesía. Había doble sintonía y si bien no fuimos compañeros de trabajo, él me conocía desde mis comienzos en el periodismo, cuando el diario Los Andes de Mendoza, del que fue corresponsal al igual que el diario La Nación, tenia su agencia en la avenida Libertador San Martín, entre Mendoza y General Acha. 


Fue un constante animador de la juventud en las distintas expresiones artísticas y literarias. Precisamente, por su consejos nos animamos a presentarnos en 1967 en el concurso literario "85 aniversario del diario Los Andes'' para escritores jóvenes de Cuyo, donde obtuve el primer premio en el rubro "panorama de la vida artística en San Juan'' con un jurado presidido por el escritor Antonio Di Benedetto, y menciones en poesía y fotografía. 


El 29 de marzo de 2001, el periodista, dramaturgo, ensayista, poeta y profesor de la Universidad Nacional de San Juan dejaba de existir. Tres meses después en un café de peatonal Tucumán me entrevistó Susana Kummel para conocer mi opinión, entre otras, sobre José Barchilón. Dije que fue un maestro y que aprendí de él la ética en la literatura y en el periodismo. 


Miguel Cohan el otro poeta era un jovencito de unos 17 años que por desavenencias entre sus padres tomó la decisión de venir a San Juan desde Buenos Aires, sin autorización paterna. Aquí fue internado en el Instituto Dean Balmaceda, al lado de la parroquia de Trinidad cuyo párroco era el padre Maggi. Cohan se vinculó con nuestro grupo de poetas de Cielo Raso. Le trasmití la invitación de José Barchilón para que participara en el concurso literario del diario Los Andes, y se presentó. 
El gran dilema para él y para mi, paradójicamente, fue que ganó un premio en poesía lo que significaba ir a Mendoza a recibirlo. Me rogó hablara con el cura para que lo autorizara a viajar. Por supuesto que en un principio recibí la más cerrada negativa pero luego hablé con el joven poeta y le dije que confiaba en él, en su juramento de no despegarse de mi. El padre nos acompañó hasta la puerta del colectivo, y dos días después volvió conmigo. 


Al regresar a Buenos Aires nos despedimos con un fuerte abrazo. Me voy con mis padres me dijo, pero mi destino real es Israel. Nunca más supe de él. 


David Bielous fue otro gran poeta y un leal amigo que se integró al grupo de Cielo Raso y compartió noches, recitales y encuentros con autores locales y fuera de la provincia. Admirador del máximo poeta Antonio de la Torre, una noche fuimos invitados con otros escritores a gustar de unas empanadas que elaboró su amada esposa, Nora Aubone. Viajó igualmente con nosotros a escuchar la charla que ofreció en Mendoza Antonio de la Torre sobre el tema "Un poeta, un paisaje'', invitado por la SADE filial Mendoza y la adhesión del Centro Internacional del Libro. 


Bielous era de esos poetas -y me encolumno con él- que prefieren que sea el poema el que ilumine. Por eso es que no sorprendió cuando ganó el segundo premio del concurso de poesía que organizó SADE San Juan en 1968 con la presidencia de Antonio de la Torre que también integró el jurado junto a José Barchilón y Juan Conte Grand. 


"Vamos a la Paz'' se tituló el portentoso poema de denuncia y de esperanza que presentó Bielous y del que reproduciré el último párrafo: "Vamos a la paz, para nombrar el tiempo, echar a vuelo el nacimiento de los mejores días que tendremos; el fuerte abrazo de los amaneceres donde la vida toma, sin esperar de nadie''... 
 
Carlos H. Quinteros,  Periodista. 

JOSÉ BARCHILÓN.