FOTO DANIEL ARIAS

Gabriel en el fondo de su casa, con el dibujo que le regaló su tío. Detrás, la higuera donde su papá encontró el nido de colibríes. 

Es un cantautor respetado y querido en San Juan, por eso, cada lanzamiento de Gabriel Dávila Kurbán moviliza, genera expectativas. El que tendrá lugar hoy no es la excepción, pero sí es más especial. Por un lado, por el modo en que decidió compartirlo: Un disco de siete canciones propias elegidas cuidadosamente, varias ya grabadas, que publicará por entregas, una por mes hasta septiembre y que tendrá su presentación en vivo a fin de año. Por otro, la fecha que escogió a tal fin: los días 28 de cada mes a partir de hoy, cuando se cumplen dos meses de la muerte de su papá, el reconocido guitarrista Alejandro Dávila, cuya presencia sobrevuela la obra toda, que nada casualmente bautizó "Colibrí". Es ese uno de los sentidos simbolismos de este proyecto, que abre con Camino de ida nomás. El otro es el arcoíris, cuyos colores lo tiñen. Resiliente, sobreponiéndose a situaciones personales y a la sorpresiva partida de su padre, Gabriel se afirma en sus canciones, para dar un nuevo paso, para decir, para expresar, para desnudar otro pedacito de su alma en un álbum que trasciende el dolor y se aferra a la vida. De eso habló con DIARIO DE CUYO.


-¿Qué lugares transita este disco?
- Estuve haciendo bastantes canciones, pero sin ganas de compartir, porque estaba con depresión, aunque hace poco pude ponerle nombre. Bueno, empecé terapia, tenía un montón de canciones... Estas tienen que ver con cuando uno está atravesando momentos no tan agradables, esos que no se ven en las fotos, que no están en los recuerdos felices, aunque no queda ahí.

- ¿Y por qué Colibrí?
- Es un símbolo, como el arcoíris. Unos meses antes que muriera mi papá, él me mostró un nido con dos huevitos en la higuera de casa y veíamos un colibrí revolotear por ahí... eran colibríes, nacieron, crecieron y volaron. Después de la muerte de mi papá, aleatoriamente, las personas que lo queremos nos comentábamos las apariciones de colibríes que cada uno había tenido y que sintieron como una presencia suya, un "aquí estoy, está todo bien". Después pasó que yo tenía la idea del disco, pero estaba bastante desanimado, que lo hacía, que no... Decidí hacer un llamado que me iba a obligar a ser consecuente con eso y mientras hablaba con esa persona, se me apareció un colibrí, se puso muy cerquita enfrente, yendo de derecha a izquierda, bastante tiempo; fue como una señal y dije "Ok, es por acá". Además para mi cumpleaños, que fue un par de semanas después de lo de mi papá, mi tío Mauricio Dávila, artista plástico, me regaló un dibujo en acuarela. Me dijo "No escribí nada porque no tengo palabras, pero cuando lo veas lo vas a entender". Era un dibujo maravilloso, con unos simples trazos, de un colibrí posado sobre una rama. Me di cuenta lo afortunado que era, porque mi tío, que es tremendo artista, hizo algo maravilloso, pensando en su hermano, con un simbolismo enorme... y lo elegí como la tapa del disco. 

- ¿Y el arcoíris?
- Cada canción (la gráfica) va con un color, la primera es azul. Tiene que ver con el doble arcoíris que hubo mientras nosotros estábamos velando a mi papá. Muchas personas nos mandaron fotos diciendo "che, mirá lo que hay en el cielo en este momento". En muchas culturas se lo tiene como un puente entre dos mundos... Bueno, para mí todas esas cosas son tan reales como el concreto de un edificio o los impuestos que hay que pagar.

- ¿Sentís que la muerte de tu papá le dio un sentido a esas canciones?
- Creo que la muerte de mi papá no le dio sentido a las canciones, sino a mi propia vida. Es raro de decir, de contar, pero cuando pasó, en ese momento, me hizo ver y sentir que yo aún estoy acá, que definitivamente mi corazón sigue latiendo, que definitivamente todavía estoy respirando, que definitivamente todavía puedo hacer cosas...

- ¿Entonces reconocerte vivo las resignificó?
- Sí, creer de nuevo en mí...

- Cuando todas las piezas encajaron y el disco tomó forma, ¿qué sentiste?
- Me sentí muy bien, porque había una coherencia, porque cada canción tenía una partecita de ese dibujo. Cuando me di cuenta, no hubo más dudas; cuando vi el álbum, todo lo demás se silenció. Me sentí totalmente relajado, ya no había preguntas, cuadraba por todos lados. Eran siete canciones que me encantaban...

- ¿Tu papá las escuchó?
- ¡Sí!, le encantaban. La primera, Camino de ida nomás, es un poco por la Pascua, alude al diálogo que Jesús tiene con Poncio Pilatos, sin nombrarlos ni nada de eso, bajado a las personas, a nosotros. Pero también es una canción que a mi papá le fascinaba. Creo que con mi mamá son mis primeros fans. Yo confiaba muchísimo en su criterio, más allá de que uno es muy crítico con uno mismo...

- A simple vista puede parecer un disco triste y es todo lo contrario...
- Sí, y es importante resaltarlo, porque está originado en situaciones de dolor pero no es un álbum triste, ni para regodearse en ese dolor, sino justamente para trascenderlo y salir más luminoso, más fuerte, más capaz de amar... Cada canción habla de la familia, de los valores, pero no "morales", sino los que te permiten sostenerte en situaciones tremendas y sostener a otros en esas situaciones. Es como si el mensaje general fuera que no siempre va a estar la cosa bien, que a veces va a ser incómodo, pero la verdadera felicidad no deviene de vivir siempre cómodo sino de que lo incómodo no corrompa tu esencia... Así lo hubiera dicho mi papá, él usaba mucho esa palabra, esencia, lo que no cambia... Mi papá era un cultor del aquí y ahora, de las pequeñas cosas... El disco es un homenaje a eso, a él. 

> Camino de ida nomás. "Lo había hecho con Los Ladrones del amanecer, en un disco producido por Martín Ferres. Esta es una versión a piano y voz, donde tanto el video como la canción van en una sola toma en vivo; una balada más lenta con piano, lo que le da otra profundidad. Parece una canción totalmente nueva".

> Cabisbá. "Tiene beat electrónico, piano y el cuarteto de cuerdas Tulum, dirigido por Indira González. Habla de la noche oscura, cuando uno está desesperado, creyendo que no se puede más. Tiene mucha influencia de Björk. El video es de Pablo Pastor, una intervención en el MHU de un grupo de bailarines encabezado por Lean Bustos, muy bonito; le haremos unos retoques y lo incorporamos".

> Macaradearena. "Consuela a quien canta Cabisbá, como que le dice "Sé que duele, sé que no hay nada que te pueda decir que te ponga bien, pero estoy al lado tuyo para lo que necesites. No puedo quitarte el dolor, pero te puedo acompañar". Se la escribí a una amiga cuando murió su mamá".

> Sunito (mi padre y mi bebé). Es una canción de piano, bajo y batería; están Matías Inostroza y Marcelo Laspiur. Habla del amor familiar que te puede sostener y de la posibilidad de uno mismo de automaternarse y autopaternarse, como si uno mismo fuera su propio padre y su propio bebé".

> Piel de madera. "Todavía no la grabé, pero la quiero en el disco porque es una de las favoritas de mi papá. Habla de la guitarra y también de no endurecerse, una madera que se endurece se astilla. Es entender que en la vida hay dualidad, si hay bien, hay mal; si hay cómodo, hay incómodo; si hay dulce, hay amargo; pero que eso no te endurezca, para que no te rompas".

> Florecitazul. "Tiene piano, electrónica y cellos; uno de mi hermano Federico. Es también como un consuelo: 'Estás exhausto, sólo descansá y verás que mañana la cosa se mueve un poco distinto'".

> Alrededor del fuego. "Si bien publiqué un video hecho con IA el año pasado, le vamos a dar una vuelta para septiembre. Es la culminación del proceso de dolor. "Iluminá tu lugar y mantenelo limpio como quien quiere brotar entre un montón de ripio", dice la primera línea. Trata de que todo se puede derrumbar, pero hay que mantener el fuego". 
 
 

>> DATO
De la mano del sello local El retoño, "Camino de ida nomás" estará desde hoy en todas las plataformas y redes de Gabriel Dávila Kurbán (Instagram y Facebook).