Ni una emoción, ni una lágrima. En toda su declaración, Marcela Barrionuevo (45) se preocupó por dejar en claro que ni ella ni su hijo Sergio Exequiel Mereles (24), tuvieron algo que ver en la violación y el crimen de su propia nieta, Zoe Aballay (4) la madrugada del 19 de noviembre pasado, cuando esa nena y su hermanita quedaron a su cuidado en su casa del Lote Hogar 59, en Chimbas.

Según fuentes judiciales, luego de dar detalles francamente contradictorios con el relato de la madre de la nena (que salió a bailar) y otros dos hijos que estaban con ella en su casa, el juez Guillermo Adárvez le imputó el delito de coacción, pues la madre de Zoe dijo que aquel trágico día, la mujer le había confesado que Sergio fue el autor de la tragedia, pero amenazó con matarla a ella, a su otra nena y a su concubino (preso en la cárcel) si decía algo. Barrionuevo negó haber dicho tal cosa y ahora podría quedar libre pues delito permite la excarcelación.

En teoría, cabía también atribuirle encubrimiento pero, por ley, esa incriminación no se aplica entre familiares directos.

Ayer, la mujer dijo que ya el viernes notó dos veces que la nena estaba mal del estómago. También a las 3 del sábado, cuando ella le dio agua, y un rato después, cuando Sergio la despertó para decirle que Zoe no estaba bien. Para entonces, estaba muerta.

El que tiene una situación mucho más complicada es Sergio Exequiel Mereles, único sospechoso de haber violado y matado por asfixia a la nena, tapándole la boca y la nariz.

Mereles, igual que su mamá, fue asistido por el defensor oficial Marcelo Salinas, pero ayer se abstuvo de declarar ante el juez y el fiscal Carlos Rodríguez.

De todos modos tampoco parece dispuesto a asumir culpa alguna en el hecho: al ingresar a Tribunales, le dijo a los periodistas ‘podría haber sido Fernando’, en alusión a Fernando Mereles.

Al concluir el acto de la indagatoria, Sergio supo que el juez lo cree autor de una violación agravada por la situación de convivencia contra su sobrina, y también por el homicidio doblemente agravado de esa nena: por alevosía (la víctima no pudo defenderse) y por haber matado para ocultar el abuso sexual (criminis causa). La pena para esos delitos es perpetua.