Repatriación de San Martín

San Martín, hombre disciplinado y previsor, seis años antes de su deceso escribió de puño y letra su testamento, el cual en la cláusula número cuatro decía: "Prohíbo el que se me haga ningún género de funeral y, desde el lugar en que falleciere, se me conducirá directamente al cementerio sin ningún acompañamiento, pero sí desearía el que mi corazón fuese depositado en el de Buenos Aires." Años más tarde, siendo presidente de la nación Nicolás Avellaneda, en abril de 1877 y en memoria de la batalla de Maipú, anunció la idea de repatriar los restos del Libertador. 


Luego de esta novedad se iniciaron las gestiones para ejecutar su proyecto, para lo cual se conformó una comisión que se encargaría de hacer realidad el deseo del Gran Capitán. Tres años después, en mayo de 1880, arribó al Río de la Plata el navío de guerra "Villarino+, trayendo los restos del General José de San Martín. La embarcación había tardado casi un mes en trasponer el océano Atlántico. Antes de llegar al destino final, los despojos fueron desembarcados en Montevideo, donde altos representantes del gobierno uruguayo le rindieron honores. Luego la cañonera consumó el resto de aquel corto recorrido, a través de gallardas banderas y ruidos de cañones. La nave de guerra no logró llegar al muelle de las Catalinas por su gran porte, por esto se retiraron los restos y se ubicaron en una barca especialmente preparada. Aquel día una constante lluvia azotó a Buenos Aires, no obstante una colmada concurrencia se conglomeró en el puerto, donde además, estaban presentes las más importantes autoridades del gobierno. Ese día fue declarado feriado nacional. Descendido el sarcófago, la alocución de recepción la emitió nuestro comprovinciano Domingo F. Sarmiento, declamando palabras enfáticas y firmes. Luego de este sentido discurso se conformó un acompañamiento que avanzó hasta llegar a la plaza homónima. Allí el presidente Avellaneda pronunció otro mensaje, diciendo palabras sentidas: "Y yo doy cumplimiento a la solemne cláusula augusta en nombre de las generaciones presentes y de su nación, justa por fin y agradecida...". En último lugar el cortejo completó el itinerario para llegar a la morada final, en la Catedral de Buenos Aires. Cuenta José Pacifico Otero: "La colocación de los restos en el sarcófago, erigido bajo las bóvedas de la Catedral, se llevó a cabo el mismo ese mismo día, pero sin solemnidad y con sólo la presencia de las autoridades municipales y de los miembros que formaban la comisión encargada de la repatriación de los restos".


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Tumba con los restos de San Martín en la Catedral de Buenos Aires.

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