Isabel II recibió a Trump con su funeral organizado

Quienes hemos cubierto la información que generan las monarquías parlamentarias europeas, aprendimos entre muchas cosas que cuando un rey o reina, y en menor medida sus consortes, sobrepasan una edad "normal" de sobrevivencia o padecen alguna enfermedad irreversible, se pone en marcha la preparación de los complejos funerales con los que se despedirá al futuro difunto. Esto se cumple desde el área de Ceremonial, Protocolo y Etiqueta correspondiente de la Casa Real en coordinación con la misma oficina de gobierno del Estado.

La Reina Isabel II junto al mandatario norteamericano Donald Trump.

La preparación se hace en secreto, a veces vulnerable ya que Londres lo comienza a percibir ante el primer rumor, y cuando la muerte del máximo responsable del trono se produce imprevistamente, hay buena parte de ese protocolo igualmente preparado, sin que el protagonista jamás se haya enterado de ello. Todo esto es normal en las monarquías parlamentarias europeas y se supone que en las autoritarias también.


Recuerdo por ejemplo algunos fallecimientos de soberanos longevos o decesos sin antecedentes de problemas de salud, como el de la reina madre de Inglaterra, Elizabeth, a los 101 años. Su funeral estaba preparado más de diez años antes, aproximadamente. Viuda del rey Jorge V, le gustaba pasar algunas semanas del verano en la soleada Granada, España, en la impactante finca de los "Molinos del Rey", del duque de Wellington. Recuerdo que dos años antes acudí con un equipo de la agencia Europa Press área reportajes, donde trabajaba, a esa residencia y pude conocer a unos metros de distancia a la simpática anciana, ya que se la preservaba notablemente.


En el caso puntual de Isabel II, reina "por la Gracia de Dios del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, jefa de la Mancomunidad de Naciones y Defensora de la Fe", el día de su muerte recibe el nombre clave de D-day y su funeral durará por lo menos 12 días. De acuerdo con trascendidos, este año se decidió cumplir con ese "requisito" de la preparación del informe al primer ministro y al Gobierno de Su Majestad, como se expresa protocolarmente y que incluye además: redacción del comunicado del deceso, comunicación a sus "primos" de Europa, es decir a las restantes monarquías, cumplimiento de alguna voluntad precisa del soberano fallecido, velatorio, cortejo fúnebre, entierro y posteriores detalles a cumplir con los jefes de Estado y otros visitantes ilustres. Esta tarea, como se ve, ya tiene las previsiones del caso, pero salvo a pedido de la propia soberana no se le informan detalles. Sin embargo, ante la visita oficial del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, la reina Isabel sin un estado de salud precisamente óptimo, quiso evitar cualquier rumor.


Los rumores sobre problemas de salud ya fueron noticia en Navidad y Año Nuevo pasados cuando no asistió a dos citas ineludibles, las misas de ambas fechas. Buckingham informó entonces que Isabel II no había logrado recuperarse de un fuerte resfriado. A su vez, en 2017 abandonó la presidencia de honor y el patronato de 25 organizaciones benéficas.


Finalmente, y mientras los funerales de la reina están preparados aunque en su país todos desean que sigan pasando los años sin utilizarlos, el Reino Unido ya vive una tímida especulación acerca de si sería mejor, que fuese su nieto Guillermo el nuevo rey, en lugar del príncipe Carlos, primero en la línea de sucesión al trono tras la reina.

Por Luis Eduardo Meglioli     Periodista. Autor de "Vida de Reyes".

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