Un Abuelo inoxidable
Solo y en grupos, fue uno de los máximos protagonistas del rock nacional, al que marcó con su impronta.
Mañana se cumplirán 30 años desde la muerte de quien fue una figura central en la historia del rock argentino, a partir de sus trabajos como solista y al frente de distintas formaciones donde desplegó su genio musical y su poética: Miguel Abuelo, quien falleció a causa de complicaciones derivadas de una operación de vesícula. Con apenas 42 años de vida dejaba un legado que incluía aportes clave en los inicios del rock nacional, a fines de los '60, y en la renovación ocurrida en los años '80. Creador de monumentales obras como "Diana divaga", "El marinero bengalí", "No se desesperen" y "Lunes por la madrugada", entre otras, definió el rol del frontman sobre el escenario y vivió de manera consecuente con lo que pregonaba en sus canciones. Formó el grupo Los Abuelos de la Nada a fines de los '60, con el baterista Héctor "Pomo" Lorenzo y los guitarristas Claudio Gabis y Pappo; se exilió en Europa a principios de los '70 hasta 1981, en donde en Francia grabó el soberbio disco "Miguel Abuelo et nada". Luego rearmó el grupo en su regreso, con su formación más exitosa, que incluía al joven tecladista Andrés Calamaro, el bajista Cachorro López, el guitarrista Gustavo Bazterrica, el saxofonista Daniel Melingo y el baterista Polo Corbella. Así como con la primera versión de la banda fue parte de los inicios del rock, en la segunda etapa encabezó junto a Los Twist y Virus la gran renovación del movimiento, tras la dictadura militar.
Lector voraz, autodidacta, amante de la poesía francesa y gran conocedor de la música folclórica argentina, forjó una personalidad compleja, rica y, fundamentalmente, comprometida con el arte. Hijo de una mujer soltera y pobre, pasó parte de su infancia en un orfanato y creció en medio de una gran soledad, lo cual lo marcó para toda la vida.
"Era muy difícil como persona, muy creativo pero con muchos problemas personales. Estaba en guerra con el mundo, se peleaba con todos porque era muy caótico para laburar", recordó Lernoud.