La ciencia ya sabe cómo será el rostro humano del futuro

La evolución no se detiene y la cara está en proceso de cambio. Investigadores internacionales analizan qué rasgos conservará y cuáles se modificarán.

 Hay una certeza. La cara que tenemos es el resultado de millones de años de evolución y todavía sigue cambiando. “Se transformó de un rostro más intimidante, que era una ventaja para competir, a otro que era conveniente para llevarse bien con los semejantes”, cuenta Penny Spikins, arqueóloga paleolítica de la Universidad de York. Y eso nos convirtió, en términos faciales, en la especie más expresiva de la Tierra.La duda es cómo será en el futuro. Según expertos internacionales consultados por Viva, ya existen pistas para delinear ese enigma, conocer sus características sobresalientes y entender por qué ganará o perderá algunos de sus atributos en la mirada y en sus gestos.

Pero, ¿qué es la cara? El genetista Adam Wilkins, autor de Making Faces.The Evolutionary Origins of the Human Face, tiene una definición precisa: “Es la parte dirigida hacia adelante de la cabeza de un animal, con una boca y tres tipos de órganos para los sentidos de la visión, el olfato y el gusto. Que esté orientada hacia adelante significa que la cara se establece en la dirección de movimiento del animal. Es nuestra sede sensorial. ¿Por qué es como es? Tal vez porque dos ojos en asociación con la boca y la nariz es una tremenda ayuda para encontrar comida e ingerirla”.

Para Wilkins, el hecho de que nos resulte tan familiar (cualquiera que ve una cara sabe que eso es, sin dudas, una cara) no quiere decir que sea algo muy usual en la naturaleza. “Nuestros ojos están muy juntos y miran hacia adelante, los arcos dentales humanos son desproporcionadamente pequeños en relación con el resto del cuerpo: tenemos dientes más chicos. Es decir, las características físicas de nuestra cara son inusuales”, dice Wilkins. Y arriesga una conclusión: “En términos faciales, somos el animal más expresivo de la Tierra, capaces de recrear alrededor de 50 gestos. Eso ocurre porque tenemos un conjunto completo de músculos, los miméticos, que sólo se encuentran en los mamíferos. Por eso, otros vertebrados (un caballo o un perro) no son expresivos facialmente: carecen de la capacidad total de mover su piel sobre sus caras”.

Al igual que en el viejo dilema del huevo o la gallina, no se sabe con exactitud si somos expresivos porque tenemos un cerebro que nos permite serlo o, por causa de nuestra expresividad, nuestro cerebro se fue equipando mejor. “Uno de los grandes cambios de la cara está asociado al tamaño del cerebro y relacionado con la evolución del propio cerebro, que permitió que tengamos más posibilidades expresivas, básicamente porque somos seres sociales y cooperativos y necesitamos esas características”, describe el genetista Wilkins.

“Nuestras caras han cambiado bastante desde el ancestro común que compartimos con los chimpancés hace unos 6 a 7 millones de años. Los principales cambios incluyen una cresta de la frente reducida, frente aplanada, bozal y mentón menos pronunciados”, comenta Scott Solomon, profesor del Departamemento de Biociencias de la Universidad de Rice, en Texas, y autor de Futuros humanos: en la ciencia de nuestra continua evolución.

Fuente: Clarín

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