El fogonero le cambia el gusto a las noches
Hace una semana inauguró una nueva propuesta gastronómica con muchas particularidades: el servicio es tan sólo para 40 comensales a los que se les da la posibilidad de probar aderezos gourmet y salsas de autor. El plato fuerte: un menú fijo basado en carnes y verduras asadas.
Nadie duda de la seducción del fuego. Menos Diego Vega, experto chef que esta vez decidió encenderlo en su máxima expresión con su nueva propuesta, "El Fogonero'', un original y exclusivo espacio dónde todo ronda alrededor de las carnes a las llamas, las verduras asadas y el horno de barro. En el lugar -que inauguró hace unos días en la zona gastronómica de Rivadavia- todo está a la vista: el propio Diego controlando el calor de las brasas y los costillares y puntas de espalda, tomando su punto justo, mientras van llegando los comensales, los que tienen habilitada la posibilidad de acercarse a los cocineros y pedir probar un bocadito o sugerir si les gusta que llegue a la mesa más crudo, más jugoso o más cocido.
"A El Fogonero lo pensamos para esas juntadas de amigos, especialmente en estas épocas de despedida de año. Para nosotros es fundamental que quienes vengan aquí se sientan como en su casa, con la comodidad y la soltura de estar en un espacio amigable, donde pueden acercarse, sacarse fotos, brindar o probar con quien está cocinando. Pero a su vez, concentra todos esos símbolos sanjuaninos como la punta de espalda, el vino, las empanadas al horno de barro y todos esos sabores propios para convertirse en un atractivo turístico'', define Diego, quien ha estado y sigue al frente de muchos restaurantes y alternativas gastronómicas de calidad (como el del Hotel Provincial o el propio servicio de catering que lleva adelante junto a su mamá, Marcela Sánchez Bustos, entre muchos otros más a los que les ha puesto su buen gusto y sus creaciones), pero esta vez se animó a abrir las puertas de su lugar. Y lo hizo pensando en lo que a él mismo le da placer. Se asoció con tres amigos -Juan Manuel Pizarro, Fernando y Roberto Moya- y planteó ese espacio donde le gustaría encontrarse con sus afectos, reunirlos a probar y disfrutar de esa comida que los tienta.
El resultado: este restó al aire libre (por ahora, ya que está buscando alternativas para cuando pase el verano) que (por ahora) tiene una propuesta "fire'' que hace referencia al fuego de las llamas y las brasas. Habrá una opción más, que abrirá en unos días y estará basada en preparaciones al grill (ver Sana convivencia).
La mesa está servida
Tan sólo 3 mesones, identificados por su nombre -Malbec, Cabernet y Syrah- están disponibles en este nuevo restó. Cada uno puede recibir entre 8 y 12 comensales. Es que la capacidad del lugar es para sólo 40 personas. Eventualmente arman mesas individuales -limitadas por las razones de falta de espacio- para quién quiere ir a cenar en pareja o con menos compañía.
Si bien hay un equipo de "fogoneros'' que comanda el propio chef, no hay mozos porque la idea es que sea el mismo asador quien asista a cada mesón, sólo en caso de requerir colaboración, ya que cada sector cuenta con todo el equipamiento necesario para no necesitar servicio (por ejemplo tiene a mano muebles donde están dispuestos cubiertos de repuesto, además de la tabla de corte, cuchillo, trinche y fuente de mesa para servir o todo el despliegue de condimentos y aderezos). La clave del lugar es que cada comensal sea "dueño y anfitrión de su mesón'', resalta Diego.
Sólo hay un menú único -cuyo costo ronda los $400 por persona en el caso de completar el mesón- y que incluye la cena completa, la que empieza con empanadas de carne cortada a cuchillo. Son caseras y cocidas en un horno de barro a la vista de los comensales.
Después llegan los chorizos de puro cerdo y morcillas, la punta de espalda y el costillar de ternera.