Junto al presidente ruso, Vladimir Putin, el francés, Emmanuel Macron, el vicepresidente estadounidense, Mike Pence y otros 40 líderes del mundo, el presidente Alberto Fernández participó hoy de una larga y sugestiva ceremonia para recordar el 75 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, un evento sin precedentes que tuvo lugar en el memorial de Yad Vashem, sitio de gran valor simbólico, ubicado en el Monte de la Memoria y dedicado a los 6 millones de judíos asesinados durante la Segunda Guerra Mundial por los nazis.

Alberto Fernández junto a Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos

Desde allí, luego de sendos discursos de mandatarios, sobrevivientes, videos y exhibiciones musicales, se levantó un grito para que la palabra "nunca más" no sea solo un eslogan sino "una orden para actuar" en contra del nuevo antisemitismo que amenaza a las sociedades del mundo.

Tal como estaba previsto y en medio de medidas de seguridad imponentes, más de 10.000 agentes en las calles y con la ciudad semivacía y paralizada debido a cortes, Fernández llegó al mediodía al emblemático memorial de Yad Vashem, el principal monumento erigido por Israel en memoria de las víctimas de la Shoah -el Holocausto- y uno de los museos más intensos e impactantes que puedan visitarse.

Allí, como sucedió anoche en una cena de gala, acompañado por su pareja, Fabiola Yáñez, el Presidente volvió a codearse con decenas de mandatarios que cuentan en el tablero internacional. Y, como esperan en la delegación argentina, podrían respaldar al país en la dura renegociación de su deuda con el FMI.

Al margen de verse nuevamente con los anfitriones, el presidente Rivlin y el premier Benjamin Netanyahu -con los que tendrá reuniones mañana por la mañana-, Fernández también volvió a saludarse afectuosamente con su par francés, Macron, y de Italia, Sergio Mattarella. Se trata de mandatarios que, junto al español Pedro Sánchez, el Presidente volverá a ver en el segundo viaje de su mandato, que emprenderá la semana próxima, luego de volver a Buenos Aires por cuatro días. Esa segunda gira al exterior comenzará con una muy esperda audiencia con el papa Francisco, el 31 próximo.

Alberto Fernández junto al rey Guillermo de Holanda

Fernández también pudo saludar a Putin y a Pence, ausentes con aviso en la cena de gala de anoche, así como, una vez más, a los reyes de España, Holanda, Bélgica y el príncipe Carlos de Inglaterra, los personajes "estrella" de este evento.

La presencia de Fernández seguramente fue registrada por Pence, que en el breve intercambio probablemente le contó que mañana será recibido en audiencia oficial por otro argentino, el papa Francisco, en el Vaticano.

"El papa Francisco es muy importante para Alberto y el Vaticano está ayudando mucho", dijo un miembro de la comitiva, al recordar que la Pontificia Academia de Ciencias Sociales del Vaticano organizó un seminario sobre "Nuevas Formas de Solidaridad", que tendrá lugar el 5 de febrero próximo, del que participarán el ministro de Economía, Martín Guzmán, y la directora gerenta del FMI, Kristalina Georgieva, entre otros economistas de renombre.

También asistieron a la ceremonia el canciller, Felipe Solá, el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, el diputado Eduardo Valdes y el vocero presidencial Juan Pablo Biondi.

El encuentro de Alberto Fernández y Emmanuel Macron en Israel 

La ceremonia

Putin, Pence, Macron y el príncipe Carlos, así como el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, fueron los principales oradores del evento para conmemorar el Holocausto, por el rol de sus países durante la Segunda Guerra Mundial.

El campo de concentración de Auschwitz fue liberado por el ejército rojo el 27 de enero de 1945. El gran ausente de la ceremonia fue Andrezj Duda, presidente de Polonia, país en cuyo territorio se levantó esa "fábrica de la muerte", que desistió de viajar a Israel porque no fue invitado a tomar la palabra. Todo esto en un contexto de tensiones con Putin, que acusó recientemente a la Polonia de la preguerra de colusión con Hitler y de antisemitismo.

"Dejemos la historia a los historiadores", pidió anoche el presidente de Israel, Reuven Rivlin durante la cena de gala, consciente de las controversias actuales y de las divisiones que hicieron posible el extermino de millones de personas, incluso no judías.

Durante el acto, que contó con performances de orquesta magníficas, el mandatario israelí, que fue el primer orador, volvió a agradecer con vehemencia a todos los líderes presentes su presencia, "porque si no se recuerdan las atrocidades del Holocausto, la historia se repite".

Rivlin, que aseguró que "el Estado de Israel no es una recompensa por la Shoah", destacó que hoy su país tiene una "democracia fuerte" que, de todos modos, necesita de socios en la lucha contra el nuevo antisemitismo que ha rebrotado en el mundo. En una frase que probablemente le recordó a Fernández el irresuelto caso Nisman, el presidente Rivlin también aseguró que "Israel jamás dejará de ser responsable de las comunidades judías de la diáspora".

Netanyahu, que en marzo competirá en nuevas elecciones legislativas, esbozó ideas parecidas. "No habrá otra Shoah, no habrá otro Holocausto", prometió, en tono de campaña, al manifestarse preocupado por la amenaza nuclear que representa Irán, agradecer a Estados Unidos por su respaldo en esta cuestión vital y al llamar a "todos a sumarse en este esfuerzo" contra Teherán. Probablemente en ese momento Fernández, que como el resto de los asistentes escuchaba con auriculares una traducción simultánea, pensó en el cuestionado memorándum firmado con Irán durante el mandato de Cristina Kirchner.

Macron, que causó revuelo en Israel porque ayer le gritó a unos policías que intentaron ingresar a la Iglesia de Santa Ana, propiedad de Francia en la Ciudad Vieja, fue muy aplaudido a la hora de los discursos. "El antisemitismo no es un problema de los judíos, es un problema de rechazo de 'los otros' y cuando el antisemitismo resurge, todos los racismos proliferan", advirtió.

Conmovedor

Aunque más conmovedora y aplaudida resultó la intervención del presidente alemán, Steinmeier, que habló sin tapujos de la "pesada carga histórica de la culpa" que lleva su país.

Steinmeier agradeció a los sobrevivientes del Holocausto por haberle dado a Alemania "nueva confianza" y "por la vida judía que florece de nuevo" en su nación. "La responsabilidad de Alemania no tiene fecha de vencimiento y estoy aquí, agradecido por este milagro de reconciliación. Nuestra memoria nos ha hecho inmunes al mal. Los alemanes recordamos", aseguró. Luego de lamentar episodios de antisemitismo ocurridos recientemente en su país, sumó finalmente su voz al llamado a luchar contra los nuevos racismos y extremismos, para que "nunca más" puedan darse otros Auschwitz.