Buenos Aires, 3 de enero.- "Durante la Segunda Guerra Mundial lo llamaban el hombre más peligroso de Europa. Después del conflicto bélico viajó a Buenos Aires, Argentina, donde se convirtió en asistente del presidente Juan Domingo Perón y guardaespaldas de su mujer, Eva Perón". La historia de Otto Skorzeny fue publicada por la BBC, a partir de relatos del periodista irlandés Kim Bielenberg.

Skorzeny fue uno de los soldados favoritos de Hitler, y cobró fama por el rescate de Benito Mussolini de un hotel en medio de los montes Apeninos en Italia, donde estaba preso. Así salvó al líder italiano de ser entregado a los Aliados.

Con semejante prontuario, Skorzeny viajó a Irlanda en 1957 en un intento de convertirse en un sencillo granjero, pero no dejó de despertar algunas suspicacias con su 1,93 metro de estatura, los 114 kilos de peso, y la enorme cicatriz que atravesaba su mejilla izquierda.

"Los reportes de la prensa irlandesa de aquel entonces retrataban a Skorzeny como un glamoroso hombre del espionaje", recuerda Bielenberg.

Nacido en Austria en 1908, durante la Segunda Guerra Mundial Skorzeny ocupó varias posiciones destacadas. En abril de 1943 fue puesto al frente de las fuerzas especiales alemanas, donde comandó un pelotón de elite de las SS (Escuadras de defensa del nazismo).

El 25 de julio de 1943, Hitler se enteró del secuestro de su aliado, el líder italiano Benito Mussolini, y le pidió a Skorzeny que se encargara del rescate del "Duce". Durante varios meses "Caracortada" –como era llamado por su cicatriz– buscó información confiable sobre la ubicación de Mussolini. Hasta que en el mes de septiembre de ese año logró dar con él: estaba en un hotel ubicado en una remota colina de los montes Apeninos, en el norte de Italia.

Con semejante éxito, Skorzeny fortaleció su prestigio y fue ascendido a mayor. Incluso el primer ministro británico Winston Churchill calificó el rescate como un acto de "gran audacia militar".

Diez días después del suicidio de Hitler en mayo de 1945, Skorzeny se rindió ante un escuadrón estadounidense. Estuvo en el banquillo de acusados en los juicios de Dachau en 1947 por crímenes de guerra, especialmente por la ofensiva en Ardenas, pero no se le encontró responsable de aquellos hechos. Logró huir con la ayuda de compañeros de las SS: primero fue a España y desde allí viajó varias veces a Buenos Aires, donde conoció al presidente Juan Domingo Perón y se convirtió en asistente y guardaespaldas de su esposa, Eva Perón.

En junio de 1957, el ex agente nazi viajó a Irlanda, donde fue recibido como un héroe. "Reggie Darling, un historiador de la zona, lo recuerda como un hombre grande, llamativo por su enorme cicatriz y que no era precisamente muy amable y a quien no le interesaba cruzarse mucho con la gente local", cuenta Kim Bielenberg.

El único refugio estable que encontró fue su residencia de Madrid, donde murió de cáncer en 1975.