Las normas IRAM 75300 pautan cómo deben ser definidos y etiquetados los talles de la ropa en el país. Aún sin una ley nacional en vigencia, la industria textil las usa como guía para determinar las dimensiones de las prendas. Esos documentos técnicos cruciales, por primera vez desde 2010, acaban de tener una reforma, que promete cambios concretos en la experiencia de compra de los consumidores.

La actualización se presentó el mes pasado tras más de seis años de trabajo de un comité en el que, además de expertos del Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM), participaron las cámaras de la industria, expertos y escuelas del sector textil, representantes de usuarios y otros interesados.

El corazón de la norma 75300 siempre ha sido la batería de tablas de medidas corporales que se emplean para designar los talles de todo tipo de prendas, para bebés, niños, jóvenes o adultos. La mayor novedad de la nueva serie es que sumó nuevas tablas, dando más opciones a los fabricantes para elegir cada cuántos centímetros pasar de un talle al próximo.

En pantalones, polleras, faldas y otras prendas inferiores de mujer, por ejemplo, antes se preveía el paso de una medida a la otra cada 4 cm del contorno de cintura en los talles chicos y medianos; pero para los más grandes, desde cierta medida, los intervalos pasaban a ser de 6 cm. Ahora eso sigue estando, pero se sumó como opción otra tabla que divide la escala cada 4 cm en todos los casos, dando lugar a ofrecer más talles, a su vez más precisos, para los cuerpos más voluminosos.

Algo muy similar se hizo con el contorno del busto, que es la medida principal en camisas, blusas, blazers y otras prendas superiores para mujeres. "Se incorporó la tabla con intervalos de 4 cm solamente, a pedido de los confeccionistas, que decían que a veces dos camisas distintas les caían en el mismo talle", explicó a Clarín Adriana Núñez, gerente de Química y Otras Tecnologías de la Dirección de Normalización de IRAM.

Según detalló, la nueva norma también agregó una tabla de estaturas (con cortes cada 6 cm) a las ya existentes (de 4 cm y 8 cm). Modificó las medidas de cuello en camisas para hombres, que ahora cambian cada 1 cm en las de vestir y cada 2 cm en las de tipo sport.

También se incorporó, en camisas y blusas de niños, la chance de que las marcas indiquen para qué largo de brazo o contorno de cuello están pensadas, entre otras novedades.

Del S, el M y el XL a los centímetros

Todo eso tendrá efectos en las tiendas porque muchas marcas ahora podrán reformular sus tablas de talles en base a las nuevas escalas. Y entonces, algunas prendas que hasta ahora siempre han sido S, M o XL en cierto local podrán dejar de serlo. Ni hablar si se compara entre las marcas, que ya antes de estos cambios presentaban amplias diferencias de criterios.

Por eso, en el IRAM buscan que esas letras empiecen a quedar en desuso, o al menos en segundo plano. "Las nuevas normas plantean la importancia de que las etiquetas contemplen las particularidades de cada cuerpo, en lugar de remitirse a códigos, como pueden ser los que van del XS al XXL, que no se condicen con los cuerpos reales”, indican.

La intención, en concreto, es imponer el uso de etiquetas con pictogramas o tablas que dejen en claro, indicando 2 o 3 rangos de medidas en centímetros, para qué cuerpos se diseñó cada prenda.

Para cada tipo de ropa, las normas IRAM 75300 detallan cuáles son las medidas que esas etiquetas deben incluir. Por ejemplo, en un pantalón, se debe informar para qué contorno de cintura y de cadera es apto, y puede sumarse la estatura. Y para un buzo de hombre, el dato principal será el contorno del tórax, más el de cintura o la altura.

Los pictogramas ya figuraban en la norma de 2010 y, con el impulso de las leyes de talles de la Ciudad y otras jurisdicciones, las marcas los fueron sumando a sus prendas. Ya no es raro verlos, como sí lo era hace 3 o 4 años.

Pero, según los expertos, falta algo fundamental: que la gente masivamente conozca sus medidas y que, al comprar, en vez de decir "soy M" o "soy XXL", pida prendas que le calcen informando cuál es su medida de busto o tórax, cintura, cadera, etc.

Jorge Icandri, consultor en indumentaria laboral y de protección, remarca que la norma ha sido de gran utilidad para los fabricantes, que han mayormente sumado las etiquetas para identificar sus creaciones. "Pero su efectividad depende de que los usuarios conozcan sus dimensiones corporales, y nos preocupa que esto aún no ocurre. Habrá que reforzar la información, con instructivos sobre cómo medir el cuerpo para poder seleccionar la prenda que mejor lo viste", dijo a Clarín el experto, de la firma Santista.

Saber las propias medidas se volvió clave también porque, en plena cuarentena por el coronavirus, no hay prueba posible previa a la compra. Y entonces, para evitar tediosos cambios, hay que guiarse por los centímetros informados.

"Al comprar por Internet, la gente empezó a tomarse las medidas por necesidad. Nosotros tratamos de concientizar para que lo hagan, ya que les permite saber qué están comprando y que tendrán un buen calce. En Europa está muy incorporado el hábito de ver el pictograma, acá es algo aún muy nuevo", añadió Alejandra Massimino, directora del Centro de Estudios Técnicos para la Industria de la Confección (CETIC).

La reedición de las normas IRAM, finalmente, podría tener un costado polémico. Sucede que, en la Ciudad de Buenos Aires, la ley local 3.330, sancionada en 2009 y en plena vigencia desde 2018, obliga a las tiendas a ofrecer de cada prenda "un mínimo de ocho talles" según la norma IRAM 75300 más actual.

Así, como en las prendas de mayor tamaño ahora se permite fijar un talle cada 4 cm de cintura o busto (en vez de cada 6 cm), muchas marcas podrían cumplir con los ocho talles legales fabricando prendas algo más pequeñas que antes.

La ley nacional de talles, sin reglamentar y demorada al menos hasta el 2021

Quienes más sufren no poder encontrar ropa de su talle en las tiendas habían festejado la sanción, el 20 de noviembre de 2019, de la primera ley nacional de talles, que dispuso crear un Sistema Único Normalizado de Identificación de Talles de Indumentaria obligatorio para quienes fabriquen, confeccionen, vendan o importen ropa en toda la Argentina. La ley 27.521 existe hace más de nueve meses, pero aún no se aplica y todo indica que no habrá avances al menos hasta 2021.

Eso obedece a dos demoras. Por un lado, la norma nunca fue reglamentada, pese a que el Poder Ejecutivo tenía 180 días para hacerlo y ese plazo expiró en junio. Por otro lado, porque la ley pide basar el sistema de talles en los resultados de un estudio de las medidas corporales de la población argentina, investigación que quedó paralizada por la pandemia.

El estudio antropométrico está a cargo del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Se hace con un escáner corporal 3D que, en menos de 15 segundos, registra hasta 400 medidas para generar una imagen tridimensional de la persona. Las primeras pruebas piloto se habían hecho en 2014 . Y desde 2017 salieron a medir cuerpos por las provincias.

El objetivo es escanear a entre 12 mil y 15 mil personas representativas de las cinco regiones del país, de entre 12 y 65 años. La ley había dado tiempo hasta noviembre próximo para terminar la tarea y procesar los datos, pero eso ya no será posible.

Sandra Jung, coordinadora del estudio, contó a Clarín que tienen relevado el 60% de la muestra: más de 7 mil medidas. Aún resta “escanear” a más de 5 mil personas de Capital, el GBA, el Noroeste y la Patagonia.

“Las tareas -explicó- se habían suspendido en el verano. Pensábamos reanudarlas en marzo y concluir el estudio este año, pero no se pudo por la cuarentena. Con protocolos se podría usar el escáner, pero por ahora lo que no podemos es trasladarnos.”

Fuente: clarín