El 34,9% de los hogares y el 44,2% de las personas se encuentran por debajo de la línea de la pobreza al cierre del tercer trimestre del año, por encima del 32,1% y 40,8% registrado en igual período de 2019, en un contexto en el que resultó determinante la pandemia de coronavirus. Son 18 millones de pobres. Si se incluye a la población rural, hay 20 millones de pobres.

De esos totales la indigencia subió del 8,9% al 10,1%: 4,1 millones indigentes urbanos o más de 4,5 millones si se incluye al sector rural.

Y aunque estos números alarman, la pobreza llegaría al 53,1% de la población urbana sin la asistencia social del Estado en la pandemia a través de distintos programas sociales como el bono IFE, según un informe del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA).

El efecto del IFE es el más sustantivo: 8,3 puntos incidió en reducir la indigencia y 6,4 puntos en la pobreza.

"Bajo el escenario de crisis Covid-19, las capacidades monetarias de los hogares experimentaron un deterioro abrupto y pronunciado, con efecto regresivos sobre la pobreza y la indigencia", señaló el informe de la UCA.

"El nuevo escenario paralizó aún más la inversión, los consumos y la demanda de empleo en la economía formal, a la vez que frenó toda expectativa de reactivación, afectando especialmente a la pequeña y mediana empresa, profundizando la relación entre informalidad económica, pobreza y exclusión social", agregó la casa de Altos Estudios.

Según los datos de la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA), entre julio y octubre 34,9% de los hogares y 44,2% de las personas se encontraban bajo la línea de la pobreza, y 7,3% de los hogares y 10,1% de las personas eran indigentes, los porcentajes más altos de la década.

Al respecto, el director del Observatorio Social de la UCA, Agustín Salvia, dijo que "sin la AUH, el IFE, la Tarjeta Alimentar y el resto de los subsidios, la indigencia hubiera sido el doble y la pobreza hubiese trepado al 53%".

Remarcó que estos guarismos son "parte de un proceso que lleva diez años de estancamiento, con tres años de caída", entre 2018 y 2020.

"Es necesario un crecimiento económico y un pacto económico-social para crear empleo porque si no, no hay posibilidad de salir de la pobreza", completó Salvia.

Entre 2019 y 2020, 10,3% y 13,7% de las personas cayeron en situación de indigencia y pobreza, respectivamente; y, las ayudas sociales brindaron "un piso mínimo de ingresos" pero fueron "insuficientes" y "no llegaron a todos los que sufrieron pérdidas de ingresos", alertó el informe.

Para la UCA, los nuevos pobres provienen principalmente de un grupo de hogares que, si bien en 2019 no eran pobres por ingresos, presentaban condiciones de vulnerabilidad que se manifestaban en privación en al menos una dimensión no monetaria.

Otro aspecto que destacó el trabajo es el "fuerte incremento de la pobreza estructural", por el incremento en las carencias experimentadas en los hogares, con un aumento de la pobreza multidimensional estructural de 21,4% a 27,3% a nivel de la población.

Por regiones, el informe sostiene que en el Conurbano bonaerense "la pobreza crece casi ininterrumpidamente desde 2013-2014 y evidencia un nuevo salto en la pandemia".

En términos etarios, al cierre del tercer trimestre de 2020, el 64,1% de los niños/as y adolescentes viven en hogares con ingresos por debajo de la línea de pobreza; al tiempo que el 16% reside en hogares con ingresos que se encuentran por debajo de la frontera de la indigencia.

El informe de la UCA destaca que "las políticas sociales estuvieron presentes en el contexto de crisis Covid-19 no sólo con los programas existentes sino con otras transferencias creadas para contener la crisis del coronavirus. Así, precisa, 47,4% de hogares y alrededor de 55,5% de personas recibió alguna de estas asistencias sociales en 2020, porcentajes que reflejan un crecimiento significativo entre 2019 y 2020.


Un Estado presente

Tras conocerse los datos de pobreza de la UCA, el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, afirmó ayer que en un "año difícil" por la pandemia, que afectó la economía de todo el mundo, hubo un "Estado presente que sostuvo a quienes más lo necesitaban y hoy sigue haciéndolo".

  • El desempleo llegó al 14,2 y podría ser peor

Así como los efectos de la pandemia y la cuarentena por el Covid-19 dispararon las cifras de la pobreza en Argentina, este impacto tuvo su correlato en el sector laboral donde también hubo un salto de la tasa de desocupación que pasó sin escalas del 10,6% al 14,2%. Y no fue peor porque la gente sale a buscar trabajo. Pero la disminución de la posibilidad de conseguir trabajo, llevó a gran parte de los cesanteados a una situación de desaliento en la búsqueda de empleo por lo que en gran parte -por el efecto de la pandemia y de la cuarentena- disminuyó la participación de la población en el mercado de trabajo y la cantidad de puestos de trabajo disponibles. Por esa razón, "de no haberse generado ese efecto desaliento la desocupación se habría incrementado a niveles cercanos al 27,3%", señala el Informe de la UCA que recalca que "el país viene despeñándose desde hace más de medio siglo".

  • Mendoza, la mejor ciudad para vivir

Mendoza fue elegida como la ciudad más favorable para vivir en la Argentina, según un informe privado basado en una encuesta de satisfacción a más de 12.800 habitantes de las 24 ciudades capitales del país.

El resultado lo informó ayer la consultora IPD (Innovación, Política y Desarrollo), "tras indagar sobre la percepción que tienen los habitantes de las diferentes ciudades argentinas en una amplia gama de cuestiones".

Tras el cálculo de las variables que se recopilaron a partir de la realización de diferentes tipos de preguntas, el estudio arrojó que Mendoza es la mejor ciudad capital de Argentina para vivir con un coeficiente de 14,58; seguida por la Ciudad de Buenos Aires (11,15), La Plata (8,76) y Posadas (7,63).

Mendoza obtuvo sus mejores calificaciones en categorías como medio ambiente -fue la ciudad mejor valorada en esta variable-, vivienda, empleo, infraestructura, salud y educación.