El 32,1% de los hogares y el 40,8% de las personas se encuentran por debajo de la línea de pobreza al cierre del tercer trimestre del año, informó ayer el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA).

El reporte indicó que ‘se estima que 6,5% de los hogares, y 8,9% de las personas son indigentes. En cuanto al comportamiento de la tasa de pobreza en hogares y población entre los años 2010-2019, se observa que, en el tercer trimestre de 2019, 32,1% de los hogares y 40,8% de las personas se encuentran bajo la línea de pobreza‘.

Para la UCA la pobreza medida en el tercer trimestre creció 6,2 puntos porcentuales partiendo del 34,6% del tercer trimestre de 2018. Los técnicos del Observatorio de la Deuda Social Argentina estimaron ayer que ese 40,8% de las personas por debajo de la línea de pobreza incluye a unos 16 millones de habitantes considerando un universo de 40 millones de habitantes de los centros urbanos del país.

Por otro lado, 3,6 millones de argentinos son indigentes. El 59,5% de los niños y adolescentes están comprendidos en la pobreza, con lo que son unos 7 millones de hogares de este grupo etario castigados.

Los niveles de inseguridad alimentaria severa registrados por la UCA también aumentaron: pasaron del 7,9% en el 2018 a 9,3% este año.

Estos datos se sustentan en las mediciones de pobreza por ingreso aunque también se midió en base a datos multidimensionales como la alimentación, salud, servicios básicos, vivienda digna y educación, entre otros.

El informe revela que “la incapacidad de alcanzar una Canasta Básica Total en el conurbano bonaerense es mayor en comparación con el resto de las regiones urbanas. En el otro extremo, es la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) la que evidencia menor riesgo de pobreza”. En el conurbano bonaerense los niveles de pobreza por ingreso se ubicaron en el 42% mientras que en la CABA en el 31%.

En este sentido, el informe revela que la indigencia afecta con más intensidad a los segmentos sociales de la clase trabajadora marginal y a los hogares del conurbano bonaerense. En ambos casos, es donde la indigencia se incrementó de manera significativa a partir de 2013-2014, alcanzando en el tercer trimestre de 2019 valores de 22,1% y 12,0% de la población, respectivamente. Destaca también el aumento reciente en la tasa de indigencia en el segmento de obreros y empleados: de 4,5% a 8,5%.

La indigencia afecta también más fuertemente a los niños y adolescentes de 0-17 años y a los jóvenes de 18 a 29 años, y en menor medida a la población de 60 años y más. La UCA estima que durante el tercer trimestre de 2019, el 14,8% de los niños/as y adolescentes vivían en hogares con ingresos por debajo de la línea de indigencia, siendo esa tasa la más alta de toda la serie.

Según el informe de la Universidad Católica Argentina, si bien se expande por momentos la economía vinculada al sector externo (condición necesaria para el crecimiento), no ocurren “derrames” hacia los sectores menos dinámicos sino que hay políticas activas redistributivas y de desarrollo productivo local-regional hacia el sector informal y el mercado interno.

También el informe de la UCA pone relevancia en que la actual crisis 2018-2019 (al igual que en 2008, 2014 y 2016) no ha sido destructiva del sistema productivo ni financiero formal. Sin embargo, han sido “corrosivas para la micro, pequeña y mediana empresa, así como para los sectores de la economía social”. El principal mecanismo de transmisión de este deterioro es la retracción del mercado interno y de las capacidades productivas del sector informal.

Hacia adelante, el Observatorio de la Deuda Social de la UCA revela que si bien es “muy probable” que durante el cuarto trimestre se llegue a un piso de coyuntura crítica en materia socio-económica y socio-ocupacional, la reactivación no parece ser una reacción factible en el corto plazo.

  • El futuro con el nuevo gobierno

En tanto se mantenga la actual política recesiva, señala la UCA, sólo cabe esperar un aumento del desempleo, los trabajos de subsistencia y de la precariedad laboral, y por lo tanto, de las desigualdades estructurales que afectan al mercado de trabajo, con efectos directos sobre la pobreza. Con vistas a lo que puede deparar la política social del nuevo gobierno de Alberto Fernández, el informe dice que "no sólo se necesitará de inversiones y exportaciones, sino también de políticas que reactiven el mercado interno".