El complejo de ferias La Salada, ubicado en el partido bonaerense de Lomas de Zamora, volvió lentamente a la normalidad pero con un marcado descenso de la actividad comercial porque “la gente tiene miedo e incertidumbre”, reconocieron los vendedores luego de los allanamientos de la semana pasada, cuando también hubo detenciones y se desalojaron puestos callejeros.

Los predios Punta Mogote, Urkupiña, Ocean y la Feria de la Ribera abrieron en su horario habitual desde anteanoche a las 21 hasta las primeras horas de la mañana de ayer con una fuerte presencia policial por miedo a saqueos o nuevas protestas, aunque “las ventas fueron casi un 10 por ciento de lo que se registra comúnmente durante esas jornadas, que son las más convocantes para la feria”, señalaron.

“Los sábados son el día que nos salva la semana y hoy no se vendió nada, vino mucha menos gente”, afirmó Oscar, un vendedor y vecino, quien dijo que “espera poca venta hasta que se resuelva la situación judicial” de la feria, donde el miércoles pasado hubo más de 50 allanamientos simultáneos y se detuvo a una treintena de personas, entre ellas el denominado “Rey de La Salada”, Jorge Castillo, acusado de “asociación ilícita”.

Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), La Salada tiene operaciones comerciales por 20 millones de dólares diarios y explica el 70 por ciento del comercio ilegal en Argentina, abasteciendo de mercadería a unas 600 ferias más pequeñas del país.

Rosa, vendedora de un puesto de Punta Mogote, coincidió con su colega y aseveró que “las ventas vienen re mal”.

“Se vendió apenas el 10 por ciento de lo que se vendía antes. La gente no sabe si venir o no”, dijo la comerciante de ropa femenina, y se lamentó por “no poder salvar la semana” con las ventas de la madrugada.

“Estamos a la espera de qué va a pasar con Punta Mogote”, confesó por su parte Sofía, una vendedora de camperas, quien consideró que “todo esto último que pasó nos hizo peor y encima ya veníamos con un año muy bajo de trabajo”.

Según relataron los vendedores, hubo puesteros desalojados que quisieron instalarse con estructuras más precarias para vender en la calle, pero fueron rápidamente retirados por la policía.

“Acá antes no veías un policía ni de casualidad”, reconoció uno de ellos.