Señor director: 


Esta carta que gentilmente me publica está dirigida a mi "querido viejo'', Jorge Primo Peralta, y se refiere a este gran hombre, a este gran papá. 


Dicen que los padres no nacen sino que eligen serlo, es una decisión personal, una decisión de humanismo. Tú "querido viejo'' me elegiste para criarme, cuidarme, educarme, amarme y todo lo que implica la tarea de ser padre. Elegiste pasar noches enteras en vela por alguna alteración en mi salud, asistir a cada uno de mis actos escolares, emocionarte junto a mi cuando te entregue en mano mi título universitario y fundirnos en un abrazo eterno. 


Hoy ya no estás físicamente, pero permíteme decir que si tuviese la oportunidad de elegir te elegiría una y mil veces como mi único y gran padre. 


Estoy casi segura en que hay gente que espera milagros de montañas que se muevan, o de cielos que se abran y den paso a un relámpago en pleno día de sol primaveral. Pero mi milagro estuvo siempre aquí conmigo y fuiste tú mi "querido viejo''. 


Te recuerdo y extraño cada día, cada minuto. Nuestras largas conversaciones nunca las olvidaré. Tus consejos nunca los dejaré. Siempre recordaré los ejemplos de amor y bondad que diste en la vida a todo aquel que lo necesitaba. Nada de lo que me enseñaste quedaré en el vacío papá.  


Siempre estarás en mí, en mis cosas, en mis principios. Fuiste el padre bueno que guió mi destino con tu sabiduría, me tomaste en tus brazos cuando el temor de la oscuridad llegaba a mí. 


Intento comprender que tu tiempo llegó, que Dios te ha llamado para estar a su lado, así Él lo quiso. Papá, a dos años de tu partida te escribo estas líneas y las envío a los ángeles del cielo para que ellos te digan allí donde vives con las estrellas, cuánto te amo mi "querido viejo''.