Señor director: 


Ayer fue recordado el día de las enfermedades por audición, fecha que ha resultado oportuna para advertir las diferentes patologías que se presentan en la actualidad, agravadas por el mismo estilo de vida que estamos llevando. 


Quiero señalar que el 3 de marzo fue elegido como el Día Mundial de la Audición, porque se quiso hacer coincidir el día 3 con el mes 3, todo esto porque se considera que el número 3 simbólicamente representa las dos orejas del cuerpo humano. 


A las principales enfermedades auditivas se las conoce como los tinnitus o acúfenos, fenómeno perceptivo que afecta entre el 10 y el 20 por ciento de la población. Las provocan los niveles de ruido elevados que pueden tener su origen en el tránsito intenso; bocinas; sirenas de ambulancias, y música a alto volumen escuchada en forma directa o a través de audífonos. Todas estas situaciones pueden desembocar en daños irreversibles o costosos tratamientos que no siempre alcanzan para una recuperación efectiva. 


El Día Mundial de la Audición fue instituido para promover controles y concientizar sobre lo sensible que resulta el aparato auditivo.  


Los acúfenos o Tinnitus consisten en la percepción de sonidos que no existen en el entorno, conocidos socialmente como zumbidos o silbidos. De acuerdo a la gravedad estas patología, cuando se dan en forma severa pueden llegar a inhabilitar a las personas tanto en el aspecto personal, social como laboral. 


Los fonoaudiólogos especialistas en acúfenos e hiperacusias sostienen que si bien contamos con un sistema de protección auditiva éste mecanismo muchas veces es débil ante los ruidos de impacto o que superan los decibles tolerables. Se estima que el oído humano resiste 80 decibeles (dB) como máximo. Rangos por arriba de 115 dB produce daños a los 30 segundos de escucharlos. 


Por todo ésto, la prevención y el cuidado auditivo son fundamentales especialmente en una época en la que la contaminación auditiva invade ciudades y hasta pueblos que antes eran considerados tranquilos y silenciosos. Las estadísticas demuestran que el grado de recuperación espontánea es importante y los valores de mejoría se estiman entre un 40 y un 70% a partir de los distintos tratamientos. 


No hay que esperar que el problema se convierta en crónico y trabajar en función de la disminución de los ruidos molestos o aquellos que provocan daños irreversibles.