Señor director:


En el mundo en que vivimos, donde el desencanto, las desilusiones, las traiciones y estafas es moneda corriente, la esperanza es algo que escasea en los últimos tiempos. Saber que en nuestro país, la mitad de los niños y que más de la mitad de nuestros jóvenes son pobres. Cuando nuestros diputados engordan sus bolsillos aumentándose sus dietas, pasajes en avión y otras prebendas, son noticias que se devoran las esperanzas del pueblo.


Lo que abunda en este tiempo son los estafadores y mentirosos que consumen las esperanzas de la gente. Adivinos, parapsicólogos, piedras energéticas etc., quedan chiquitos ante una nube de políticos que engañan, prometen y roban a la ciudadanía. Cuando pones tu esperanza en todo esto, sólo terminas con más desilusión.


Necesitamos tener esperanza, porque de lo contrario no hay futuro. No podemos cambiar nuestro destino. Si no creemos que podemos cambiar nuestras circunstancias, por más difíciles y límites que sean, nada tiene sentido.


Sin esperanza no podemos vivir un día más. ¿Dónde podemos encontrar entonces esperanza? ¿Dónde yo puedo depositar mi confianza. Dónde depositar mi futuro y estar seguro de que no experimentaré desilusión y desengaño? Hay un lugar y ese lugar es Dios.


"Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz" (Romanos 15:13). Dios bendiga a nuestra Nación.