Leemos un resumen de los estudios sociológicos del polaco Zygmunt Bauman (recientemente fallecido), referidos a lo que él denomina "modernidad liquida'', como término opuesto a la "modernidad sólida'', que habría concluido hacia fines del siglo pasado. "La modernidad líquida es una figura del cambio y la transitoriedad; de la desregulación y liberación de los mercados. La metáfora de la liquidez intenta dar cuenta también de la precariedad de los vínculos humanos, en una sociedad individualista y privatizada, marcada por el carácter transitorio y volátil de sus relaciones. El amor se hace flotante, sin responsabilidad hacia el otro. Surfeamos en la ola de una sociedad líquida, siempre cambiante, incierta y cada vez más imprevisible. Donde uno se enamora, pero hasta cierto punto, para evitar el sufrimiento de la desvinculación, si es que en algún momento el individuo siente que esa relación fracasa''. 


Es un pensamiento, una descripción de la realidad, que se escucha muy a menudo actualmente. Que en mi caso respeto, mas no comparto, tal vez porque soy hombre del siglo XX, pasado de moda, pero que cree en la poesía y en los vínculos fuertes. Aquéllos donde el viejo y popular "camote'', primero, y el amor, después, describen el sendero del enamoramiento. "No sabrás, nunca sabrás, lo que es morir mil veces de ansiedad. No podrás nunca entender ¡lo que es amar y enloquecer!'', dice el tango Pasional. Amores jugados, marcados a fuego, como estos versos de un ser anhelante, porque su amada perciba lo que es capaz de hacer, con tal que le pasase un poquitito, "así'', de interés. 


"A veces quisiera, ser un ave que vuela, y traerte del huerto la primer rama, el primer racimo, la flor más bella, para tu cabellera. A veces quisiera correr como un gamo, y en marcha veloz traerte cual fuera, en urgente carrera, la fruta mejor, de la primavera. Ser un Pavarotti, y en ronda nocturna, bajo tu ventana, enamorar tu alma, con bellas sonatas. Soñar que me amas. O ser un corcel, capaz de llevarte, con paso jocundo, hacia el prado que sueñas, tu lugar del mundo''. 


¡Que viva el amor! Que nunca se apague la llama del enamoramiento vital, de la pasión. Feliz 14 de febrero a todos aquellos que cortarán una flor, para ese ser que habita su corazón y que le hace decir, sin miedo, estremecido de fe: "¡te amaré toda la vida!''