Señor director:


Quiero compartir con los lectores de DIARIO DE CUYO, un fragmento de mi libro "El descubrimiento del nuevo mundo".


Cuatro viajes realizó

a Indias enamorado,

sobre todo de su oro

¡Cuánto lo había soñado!

Y Cristóbal con tal sueño,

su Evangelio y Cruz en mano

navegó miles de leguas

 de su vida, muchos años.

Pero con la Cruz de Cristo:

la ambición del oro ansiado.

Y el oro estaba tan cerca

Dios lo había disimulado,

en los frutos tan maduros

y los maizales dorados,

en la tibieza del aire

y los ríos embrujados.

El oro estaba en la gente

de espíritu noble y manso,

en ese modo de ser

 tan pacífico y humano,

en el habla dulce y rara

y en los cuerpos agraciados.

El dijo ser Paraíso

y no se había equivocado.

¡Las Indias!, después ¡ América!

¡Cuántos siglos han pasado!