Mercedes Sosa hizo una célebre versión de la canción "Las manos de mi madre''.

Los más bellos y sentidos versos, las sentencias más prolijas o certeras, memorias, frases y un sinnúmero de prosas se han dedicado a la madre, inclusive esta afirmación se extiende a otras culturas, lo que denota la magnificencia de su figura. En el acervo poético folclórico y su cancionero, la evocación de la madre es recurrente. San Juan, con Buenaventura Luna, en "Sentencias del Tata Viejo'' se distingue. El huaqueño dice con convicción y sabiduría: "pero la madre que canta cociendo ropa pal' hijo es buena hembra y de fijo poco menos que una santa''. Igualmente, el destacado compositor Polo Giménez describe a la madre, en cuanto a sus quehaceres domésticos en su vieja zamba - que fue un clásico - titulada "Del tiempo i' mama''. En ella realza la figura de la madre ubicándola como uno de los puntales de la familia, presentándola como una trabajadora incansable: "Mientras mi mamá dele trajinar pasa secándose las manos en el delantal ...''. Otro cantautor - el Chango Rodríguez - compuso una bella zamba que lleva precisamente el nombre "De mi madre'', en cuya letra expresa con ternura y melancolía: "Volveré, volveré, donde está mi madre esperándome. De nuevo en sus brazos volver a ser niño, vivir como se vive sólo una vez''. De mismo modo la inolvidable Mercedes Sosa, canta "Las manos de mi madre'', conmovida canción, que lleva consigo la línea de la vida de las madres, dibujada en sus manos: "Las manos de mi madre, parecen pájaros en el aire, historias de cocina entre sus alas heridas de hambre. Las manos de mi madre saben que ocurre por las mañanas cuando amasa la vida hornos de barro, pan de esperanza''. Otra melodía en forma de zamba es la interpretada por Los Chalchaleros; es la clásica "Mama vieja'', en cuya letra se pinta la despedida a la madre: "Cuando salí del pago le dije adiós con la mano, y se quedó mama vieja muy triste en la puerta el rancho. Ella me dio el permiso, que yo pagué con mil besos y enderecé por la senda con mi bagaje de sueños''. También en el Norte argentino nació una zamba, anónima, llamada sugestivamente "Mamitay'', que fue interpretada por los nombrados Chalchaleros, y por Ariel Ramírez. Su letra es un tributo o recuerdo a la madre que ya no está, la sitúa como maestra de nuestras raíces: "Desde el valle hasta el Orán, yo voy entonando coplas vidalas y zambas que tú me enseñabas a cantar. Desde que no estás aquí, ya no canta mi zorzal, y en la quebrada tan solo la vidala se oye sollozar, mientras los cerros te nombran al son de las cajas mamitay''. Por último, recordamos a Atahualpa Yupanqui. El genial cantautor evocaba con nostalgia a su madre Higinia, y dice que además de su rol de madre fue uno de sus maestros, relatando una pequeña anécdota, cuando le dijo: "M'hijo, aprenda a pagar las deudas que es la única forma de acrecentar la verdadera riqueza''.
 
Por el Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia