Guido Yribarren, poeta, periodista y locutor muy querido por los sanjuaninos.

De cara a la tragedia que ha enlutado las diagonales cauceteras, su Trinidad mil veces recorrido, su andariega presencia en las calles céntricas, ¿qué podemos decir cuando muere un poeta? Tomar conciencia de la ausencia llevará tiempo porque siempre va a existir la esperanza de encontrarlo a la vuelta de una esquina o detrás de un micrófono animando a querer este suelo nuestro, a vivir la "sanjuaninidad'' y la argentinidad con nuestra música, nuestros tiempos lentos y nuestros valores íntegros. Me hago eco de las voces dolientes para despedir a un grande: Guido Delfor Yribarren, pero también tomo de su hijo Delfor, que me saludó este lunes, con un "Hola, señora Poeta'' y que me sorprendió justo frente a la Plaza de Trinidad, por vecindario nuestra plaza, y yo, que no lo conocía, me detuve inquisitiva solo para que me aclarara que su padre le había enseñado que a los poetas había que saludarlos siempre. Apenas a horas de la tragedia que significó la muerte de su progenitor, ya ejercitaba el hijo la enseñanza. Simple. Alegre. Contento de que tantos abrazos despidiendo a nuestra voz mayor de la poesía, del tango y de las tradiciones, hayan sido recordando con una sonrisa infinitas anécdotas. Aún resuenan en la vieja estación de trenes los ecos de su voz inconfundible, explicando en un acto que co-condujimos juntos para presentar al poeta Carlos Castro acompañado del canto de su tía Viviana Castro la recordada cantante, en 2012, lo que significaba ese lugar, los regresos y los adioses que esa estación había contemplado. No sería raro imaginar, soñar...que en una esquina, "Colón esquina Tango'', los "Ecos del Arrabal'' nos convoquen y "cuando el calor del verano sahúme las viñas'', Guido Yribarren se asome a la ventana hoy entornada de pena, nuevamente para mostrarnos... "!El rostro de mi país!''. Dios dé a su familia resignación y consuelo.