Alberto Echagüe.

Si les digo que José Atilio Dattoli fue un gran cantor de tangos, y que perteneció a la orquesta de Juan D'Arienzo, van a decir ¡estás loco!¿Dattoli? Sin embargo hay una anécdota o una historia alrededor de este señor. Juan D'Arienzo ya lo había convocado en el año 1944 para sustituir a Héctor Mauré, y se lo llevó de gira por Montevideo. "Oiga jovencito. Usted con ese apellido no va a ninguna parte". El micro que trasladaba a toda la orquesta transitaba sin apuros por calles montevideanas, cuando la voz ronca y vigorosa de D'arienzo le preguntó de sopetón al chofer. "Usted, ¿cómo se llama?". "Armando Laborde, señor". "Bien, ese va a ser tu nombre artístico, Dattoli. Desde ahora te llamarán Armando Laborde". Y así, se selló una dupla que sería fundamental para la orquesta, siempre distinguida por su ritmo picante y veloz, por su línea de violines y bandoneones, pero sobre todo por la calidad de sus cantores.


La milonga porteña se vareaba entre un cúmulo de atractivas orquesta. Y así, como ocurre con el fútbol, las orquestas típicas también tenían sus propias hinchadas, y el que era seguidor de D'Arienzo, no lo era de Troilo o de Pugliese, que tenían sus propios admiradores. D'Arienzo impuso un estilo que revolucionaba las pistas, pero en el fondo había resucitado el antiguo 2 x 4, propio de la guardia vieja tanguera. Con su característico modo de marcar el ritmo, se ganó el merecido mote del "Rey del Compás". Y sus cantores, fueron la sal y pimienta de sus actuaciones. El nombrado Armando Laborde tuvo varios que le precedieron en el honor de cantar para este maestro que había nacido en el barrio de Balvanera en el 1900. Carlos Dante fue el primero, allá por 1928, y Francisco Fiorentino lo siguió un año después. Luego vinieron otros hasta que en 1938 hubo una bisagra, que se llamó Alberto Echagüe. En mi modesta opinión, el cantor que marcó a fuego el estilo de la orquesta. Echagüe, ya había cantado para Angel D'Agostino, pero D'Arienzo, que le había echado el ojo, lo invitó cierta vez a que escuchara su orquesta en una de sus actuaciones en Radio El Mundo. Cuenta la anécdota que durante la interpretación del tango "Madre", Echagüe le hizo una seña para que le permitiera entonar el estribillo. D'Arienzo aceptó y luego de su performance, lo contrató. No existe otro cantor que haga "Paciencia", como Echagüe, y solamente él podía interpretar con los giros que le corresponden "El Hipo" y "El tarta", dos tangos que se hicieron muy populares. Alrededor de los años '40, se incorporó otro grande: Héctor Mauré, quien grabó más de 50 discos con D'Arienzo, pero luego de dos años se fue y en 1944 apareció Armando Laborde, quien sumó más de 130 registros grabados. En mis años mozos, entre 1957 y 1959, fue Mario Bustos quien estampó en mi mente el estilo de la orquesta. Su interpretación de la milonga "Baldoza Floja", a dúo con Jorge Valdez, tuvo un éxito extraordinario. Precisamente, Valdez marcó un nuevo tiempo, ya que estuvo por varios años vocalizando para D'Arienzo, y nosotros, en el interior, nos acostumbramos a ver su figura en varios programas televisados. Después, desde 1965, fue Osvaldo Ramos quien hizo su aporte vocal y en su tramo final, la orquesta, entre 1970 y 1974, tuvo el glorioso regreso de Alberto Echagüe y Armando Laborde, con quienes se cerró un ciclo maravilloso del tango. Una gran orquesta y una constelación de grandes cantores, que no olvidaremos jamás.


Por Orlando Navarro    Periodista