Señor director:


El ser humano pregunta a menudo: ¿Por qué tengo que soportar este sufrimiento, este golpe del destino? Lo cierto es que un efecto puede estar separado de su causa por una distancia de siglos y milenios. No obstante, en la causa misma está determinado cuándo llegará el momento del efecto. La causa de una enfermedad puede remontarse a decenios y la de un suceso político o religioso a siglos. Tenemos entonces que combatir los efectos y superarlos, para no crear otra vez nuevas causas. No estamos en la Tierra, en vestido terrenal, para preguntarnos constantemente acerca de las causas, sino para superar y reconocernos en los efectos de manera que de ellos no se formen nuevas causas.


Los sutiles y diferentes aspectos de la legitimidad de "causa y efecto" no pueden comprenderse con nuestras burdas palabras, porque la ley tiene en cuenta nuestro mundo de sensaciones, emociones y tendencias. Aquello que ocultamos ante los hombres es manifiesto a Dios. Quien haya reconocido esto controlará y dominará sus pensamientos y actos. Por ello tenemos que vivir conscientes y tener ante los ojos las consecuencias de nuestros actos.