Hay que hacer comprender a los jóvenes que el alcohol y las otras drogas impiden percibir las más hermosas sensaciones que tiene la vida.


Ante el permanente aumento de circulación y consumo de drogas es necesario que estemos muy atentos a los comportamientos de nuestros hijos. En general creemos que nuestros hijos están exentos de semejante riesgo sin darnos cuenta que también ellos pueden estar expuestos, porque entre otras cosas, se las ofrecen hasta en la vía pública. 


Es muy importante conocer a sus amigos y saber a qué lugares concurren. Debemos estar atentos a los cambios bruscos de conductas y de estados de ánimo como la depresión, la tristeza, el desánimo, la euforia, etcétera, porque pueden revelar si están en riesgo de consumir alguna droga o si ya lo están haciendo.


Muchos adolescentes revelan no tener pasiones, o no se sienten motivados, o son víctimas de la apatía y la desorientación, cuando en esas edades deberían ser los más inquietos y curiosos por descubrir cosas nuevas y tener planes para su futuro. 


Los adultos somos los responsables de que eso les suceda al no atender sus preocupaciones, sus gustos, sus ideales, sus dudas y sus miedos, y no guiarlos ni estimularlos en todo aquello que pueda hacerlos felices. 


Es importante ganarse la confianza de los jóvenes para mantener el diálogo con ellos y conocer sus inquietudes. Esto no significa que los padres debemos ser "amigos" de nuestros hijos, sino que debemos ejercer el rol de padres, brindando siempre la oportunidad de que nos transmitan sus inquietudes, para lo que debemos estar dispuestos a escucharlos sin censurarlos, pero guiándolos por el mejor camino de la vida.


Una encuesta realizada en nuestro país a 10.000 adolescentes cuya recopilación de datos demandó tres años, reveló que la causa más frecuente por la que los jóvenes comienzan a consumir drogas es que los padres no los escuchan y no tienen a quiénes confiarles sus inquietudes. 


Debemos estar atentos, ya que muchas veces ocupamos gran parte de nuestro tiempo en atender otras necesidades, generalmente materiales, sin advertir que no atendemos lo que es esencial, como son nuestros hijos.


Es imprescindible orientar a los jóvenes y responder a sus inquietudes y dudas, pero también fijarles límites a sus conductas, a su deseo de probarlo todo ante su necesidad de conocer, porque eso también incluye a las drogas. 


Es fundamental demostrarles a los hijos cariño. Que sepan que difícilmente alguien los quiera tanto como la madre y el padre, porque les deseamos lo mejor en todos los aspectos de la vida.


La persona que es consumidora se vuelve un esclavo de la droga, pudiendo cometer actos contrarios a su educación, y para conseguirla, pueden realizar actos reñidos con la moral y las buenas costumbres de su propio hogar, hasta perder su salud, porque al ser dominado por la droga, pierden totalmente el control de sus actos.


Debemos hacerles saber que las drogas no otorgan felicidad, porque el falso estado a que se llega con el consumo es no poder actuar de acuerdo a su voluntad, sino por el efecto pasajero que las drogas realizan en su cerebro; que es muy fácil contraer adicciones pero que es muy difícil salir de su consumo. Que cualquier adicción provoca un falso estado de ánimo, y en lugar de ayudar a resolver los problemas, da una falsa visión de la vida y crea otro problema peor, que además de enfermar, quita capacidades y hasta puede hacerles perder la vida.

Por el Dr. Luis Valladares
luisvalladares1000@gmail.com