El trabajo hecho por el hombre siempre existió. Ocurre que, a lo largo de la historia fue adquiriendo diferentes nombres para lo que es una acción necesaria para la subsistencia del mismo. Las sociedades pre-capitalistas o pre-económicas, no tenían ningún término para definir las actividades allí ejercidas por el hombre, como la pesca y artesanía, por ejemplo.


Desde el Imperio Romano y hasta finales de la Edad Media, el significado de "trabajo" como hoy lo conocemos todavía no se haría presente. Desde los siglos XVIII y XIX, comienza a reconocerse al trabajo como actividades del hombre que aportan a la producción por medio de la retribución. Asimismo, se entiende que este incide en la subjetivación del individuo, ya que transforma su autonomía y promueve su emancipación, conceptos que van llevando a la visión de que el trabajo va generando un orden en la sociedad.

Desde los siglos XVIII y XIX, comienza a reconocerse al trabajo como actividades del hombre que aporta a la producción por medio de la retribución.

Estos conceptos de "trabajo", instalan definitivamente en la mayoría de las sociedades capitalistas las actividades del hombre para propender a un orden social, por medio la producción y el enriquecimiento tanto individual como colectivo, y términos como "factores de producción" se hacen presentes. Factores entendidos como todos los instrumentos necesarios para producir bienes y servicios (tierra, trabajo y capital). En este escenario, se tiene en cuenta la distribución de ingresos que genera la producción de bienes y servicios, donde al inversionista le corresponde el beneficio, al trabajador el salario y al propietario de la tierra, la renta.


Esto lleva a que la redistribución de ingresos por los Estados será clave en el desarrollo de la política social, que según cómo la operacionalice, llevará a un país a mantener y tener ciertos índices de pobreza, desempleo, exclusión y desigualdad social.


Ya en el siglo XX, se pensaba en el trabajo como las actividades que distinguían y se hacían necesarias para la vida del hombre, por considerar a estas, acciones transformadoras, exclusivas y distintivas del ser humano. En este siglo se lograría que el "trabajo" fuese considerado como una actividad noble del hombre, relacionada además con las palabras esfuerzo y creación.


Le suma al significado fortuito de trabajo, por ejemplo, el concepto de "trabajo doméstico". Trabajo, que se encuentra en un lugar diametralmente opuesto con respecto al trabajo asalariado y de la objetivación de la persona. Este trabajo doméstico se encuentra ligado a las relaciones afectivas familiares y centrada fundamentalmente en la disponibilidad de la mujer para realizarlo.


La palabra "trabajo" siempre será incierta, genérica, de una dinámica que trascenderá el tiempo, las épocas que transcurra el hombre y las actividades que realice. Habrá acciones del hombre en el pasado, en el presente y futuro que todavía no advertimos y que serán llamadas "trabajo". No tendrá límites de aplicación tampoco con las edades, al pensar en actividades que llevan a cabo niños, jóvenes o ancianos. Ni del niño por nacer. Por qué, ¿no realiza trabajo este niño que está en el vientre de una madre?, reacciona frente a diversos estímulos, a la voz de la madre, a la música. Se sabe que presenta expresiones de disgusto, dolor, brincos, hipos, estiramientos para acomodarse mejor. El niño por nacer siente, se mueve, reconoce, memoriza, aprende, sufre, goza y por sobre todas las cosas, vive, desde el momento de su concepción. Y que decir de la madre, que al momento de parir se lo llamó "trabajo de parto".


Por Dr. Claudio Larrea  -  Rector de la Universidad Católica de Cuyo.