Juan Bautista Alberdi fue uno de los más profundos pensadores argentinos.


Es un motivo de profundo orgullo argentino contar en la historia de los grandes pensadores de la nacionalidad y la humanidad con el aporte fundamental de Juan Bautista Alberdi, que exceden lo estrictamente jurídico, por el denso espesor cultural de su erudita formación general. Es más, su obra es una resultante equilibrada entre un preciso perfil científico y matizada por cortes conceptuales de admirable sello propio y entrelazadas en una atractiva conexión de sentido. Es ese tipo de texto que no se puede soltar hasta verle la coronación conclusiva a cada párrafo y así, en modo deleitable, conduce al lector hasta el final de cada trabajo.


En la base profunda de su edificación teórica dio cuenta de la tensión dialéctica crucial de su época que desde Europa se irradiaba al mundo occidental. Ese diálogo de soportes y matices filosóficos, sociológicos y ontológicos estaba a cargo, por un lado, del sistema del racionalismo de la ilustración. Y por el otro extremo analítico estaba el núcleo sistémico del romanticismo e historicismo. 

Nación y sociedad

El debate central a dilucidar hacia la médula acerca del concepto de nación y sociedad que más racionalmente luciera aceptable y fundado, y, por tanto, digno de tomarse como modelo referencial por la erudición de las ciencias sociales.


Por un lado, el racionalismo, plantea que la sociedad estaba constituida en el contrato social que, aunque no pueda precisarse la concreción formal en un momento histórico categórico, debía asumirse de modo lógico que existió como una ficción inicial de la vida humana en sociabilidad. En esa suposición lógica los hombres pactan ceder parte de sus derechos de libertad a cambio de seguridad y otras condiciones fundamentales. Por lo que antes de eso, no había nada primario que tuviera prelación sobre esta voluntad de concertar en el contrato colectivo.


Por su parte, el historicismo ubicaba una vida social que a título de diverso complejo histórico transcurría en el tiempo. Ese órgano común con esencia y sustancia propia potencial, contenía sus propias causas sociales profundas que estaban expresadas en la tradición, la cultura, la religión, inclusive, el patrimonio mitológico, los cuales se evidencian en la historia como una unidad, del alma social, explicando, de ese manera, la causalidad de la nación y la sociedad. 

  • Cultura universal

La personalidad teórica de Alberdi lo llevó a tomar aportes de ambas riberas del torrente del pensamiento universal en boga en ese momento. Ante el debate de ideas señalado y otros conexos la pregunta que se impone es qué quiso decir Alberdi cuando expresó "en filosofía, la tolerancia es la ley de nuestro tiempo". Coinciden, en general, los expertos en estos temas en que Alberdi abogó por la experimentación de un pensamiento propio americano que se nutriera de la diversidad de la cultura universal. Por caso, explica, a este respecto, lo siguiente, Susana Inés Herrero Jaime de la Universidad Nacional de Tucumán, en la obra Intitulada "Nociones en torno a la idea de nación en el pensamiento de Vico y Herder, y sus proyecciones en el pensamiento alberdiano": "Por un lado, en la necesidad de admitir que es imposible dar a semejantes temas una respuesta única; y por otro lado, en el reconocimiento de que las preocupaciones y las interpretaciones de los problemas están pensadas por hombres situados, es decir, individuos condicionados en un momento de la historia".

Por Dr. Mario Luna y Prof. Fabián Núñez
Jáchal