Parecía un tema archivado para quienes están atentos a los temas de bioética. Pero hace pocas semanas, la noticia de los chimpancés logrados en China, mediante técnicas similares a las de la oveja Dolly (el primer animal clonado) ha despertado la preocupación. El problema no es el chimpancé, sino la cercanía al ser humano. En Argentina, desde hace años se practica la clonación en animales, sobre todo en caballos. Un clon es una copia genéticamente idéntica de un ser vivo. En el caso del chimpancé, se extrae una célula adulta de un simio donante. El ADN de esa célula se inserta en un óvulo sin fertilizar de otro chimpancé, óvulo al que previamente sacaron el núcleo. Luego se implanta en el útero de otro simio, y continúa su camino de desarrollo. Esto no ofrece ningún problema de orden ético o legal. Ya en 2013 se hablaba de la posibilidad, con método similar, de la creación de nuevas vidas humanas artificialmente producidas que responden afines terapéuticos en la Universidad de Oregón, EEUU.

Esta investigación es considerada como el penúltimo paso antes de llegar a la clonación del hombre.


La técnica aquí habría consistido en extraer núcleos de las células de la piel de un chico con una enfermedad genética y fusionarlos con óvulos humanos donados, ya sin núcleo. El resultado habría sido la obtención de embriones humanos de los cuales se extrajeron células madres genéticamente idénticas al niño enfermo, para avanzar en alguna línea de investigación terapéutica.


Por eso es que quizá sea bueno recordar algunas ideas que la filosofía personalista puede elaborar al respecto.


a)    La eventual acción de clonar seres humanos es de suyo inmoral, porque se trata de una reproducción asexuada, artificial, no acorde con la dignidad de la persona humana. El resultado es otro ser humano "copia" del original. ¿Y no es que cada ser humano tiene derecho a ser único, irrepetible y original? ¿Hay acaso serie "A" y serie "B"?


b)    El método que se usa es objetable por cuanto crea deliberadamente vida humana -embriones- que luego serán unos utilizados y otros destruidos para un eventual fin terapéutico. Esta técnica responde a la lógica de la instrumentalización del ser humano: destruye vida para lograr, quizá, mejor calidad de vida. No todo lo que técnicamente se puede hacer, por eso mismo es moralmente adecuado.


c) El principio del doble efecto no podría ser aplicado a esta circunstancia, por cuanto uno de los requisitos está ausente, que es la bondad integral de la acción humana. Para obtener un bien, nunca es lícito transitar un mal.


d)    Entrando ya en temas de orden jurídico, se abriría un debate sobre el eventual vínculo filiatorio entre el original del clon, que podría estar enfermo, y el clon producido, llamado a "solucionar" problemas. ¿Qué parentesco tendría este nuevo ser respecto a quienes donaron núcleo de la célula y óvulo? ¿Se podría hablar de "hijo" cuando en realidad se trata de un clon de uno mismo?


En tiempos de rechazo a cualquier forma de instrumentalización, trata y tráfico de personas, estos experimentos que se presentan como logros, ¿no acabará finalmente promoviendo lo que queremos evitar? Esperemos que la cordura diga no.