En ocasiones... "sigo pensando que los laureles que no supimos conseguir, los paraísos perdidos, pueden volver a intentarse o reconstruir desde la esperanza y la obstinación.''


Allá por los "70 leí un libro estremecedor que no olvido: "Me tenés podrido Argentina''. Alfredo Grassi recreaba en él un descarnado repaso de nuestras frustraciones, desde una mirada progresista. Eran años idealistas, románticos y, sin embargo, el autor nos confesaba con inocultable dolor sus desengaños en un país que siempre prometió todo y en el que casi todo se perdía de la más absurda o infantil manera. 


Desde la amargura de aquellos relatos que repasaban los esplendores diseñados por nuestros prohombres y abruptamente anclaba en nuestros constantes derrumbes, vuelvo a pensar; y entonces vuelvo a sentir la misma compasión que entonces sentí por aquel periodista y escritor desilusionado y estremecido hasta los huesos. 


No obstante, aún sigo pensando que los laureles que no supimos conseguir, los paraísos perdidos, pueden volver a intentarse o reconstruir desde la esperanza y la obstinación. Y también sé que esta reiterada crónica de lo que debemos ser y no podemos es una tensión lo suficientemente dura y dolorosa como para seguir equivocándonos; en una palabra, continuemos sin tomarnos el país en serio. Pero, ¡cuidado!, eso significa una actitud que requiere de muchos sacrificios, tan serios como el objetivo. Deseo expresar esa sensación que desde hace mucho tiempo y especialmente en el momento de las fiestas que despiden el año, nos asalta y ahora más que nunca, porque transportamos a flor de piel frustraciones actuales y pasadas e ilusiones incumplidas, nunca tan dolorosas. 


Muchas veces me evado de la mediocre televisión y aterrizo en aquellos países medianamente normales, (por llamarles de alguna forma que nos duela menos), algunos cercanos a nosotros, otros lejanos, y veo sensatez, equilibrio, elemental certidumbre y sobre todo respecto a las normas; entonces momentáneamente disfruto y así sigo viviendo de la ilusión cumplida por los otros, especie de sueño o poema, que es la degustación de un instante de luz, pero no la luz misma, o nuestra luz. Le escapo, agobiado, al clima de intolerancia, agresión y desconocimiento del otro, que cada vez más nos envuelve en una nebulosa que nada construye. Desde chico admiré la quimera de nuestros visionarios, aquellos que pensaron un país como nos merecemos; no abandono esa ilusión y sé que debe llegar algún día de esos que nos han de costar sueños perdidos, años de insomnios, caídas. Mientras, los nudos de nostalgia se atropellan por dolerme, añoranza de lo que era mejor, de lo que aún no conseguimos, de lo que constantemente nos prometemos, de lo que soñamos ser, del muchacho que desde adentro forjaba quimeras que se postergan.


Aquí, desde un rincón de tu territorio anchuroso y malogrado, desde este inexplicable exilio interior, expectante y a veces muy frágil, ¡cómo te extraño Argentina!

Por el Dr.Raúl de la Torre
Abogado, escritor, compositor, intérprete.