A todos nos gusta que los productos que adquirimos sean de buena calidad, queremos una educación de calidad, debatimos sobre la calidad institucional y política y buscamos una mejor calidad de vida. Pero no entendemos todos lo mismo cuando hablamos de calidad.

¿Sabe lo que significa la palabra kaizen? Es un término que se popularizó en Japón después de las consecuencias devastadoras de la guerra, luego de que algunos estadounidenses viajaran a Tokio invitados por la Unión Japonesa de Científicos para ayudar a repensar la industria. La sinergia positiva entre las dos culturas (la occidental y la oriental) dio como resultado una nueva filosofía de trabajo a la que se bautizó con la palabra kaizen, formada por los sinogramas "kai” -cambio- y "zen” -bondad- del lenguaje japonés y que significa mejora continua. 

Pronto, está idea se convirtió en filosofía y marcó fuertemente el modelo de gestión de la gran mayoría de empresas en el mundo, proponiendo a la gestión de la calidad como clave de éxito para las compañías.

Nuestra política también tiene un término y una filosofía mucho más antigua (desde la época de Aristóteles) que es la palabra democracia. En el plano teórico también comparte algunas ideas como la búsqueda de la mejora continua (búsqueda del bien común), organización (tres poderes), participación y colaboración (partidos, parlamento) y satisfacción del cliente (la ciudadanía). Pero, a juzgar por la realidad, no parece que nos encontremos en un contexto de calidad cuando vemos cómo interactúan muchos políticos que son los primeros responsables en aplicar estos conceptos.

Hace unos días tuve la oportunidad de visitar una fábrica de automóviles de origen japonés, una de las instituciones modelo de gestión de la calidad en todo el mundo. Salí convencido que solo la aplicación de un modelo de gestión de calidad y mejora continua, en una organización de 6000 empleados, puede armonizar los intereses de la empresa, sindicatos, gobierno, personal, etc., para que, luego de algunas horas de producción, pueda sacar un automóvil a la calle cada pocos minutos. Y encima su principal preocupación no es la coyuntura sino cómo será su reconversión a una empresa de servicios de movilidad cuando en (ellos estiman aproximadamente 10 años), se reduzca drásticamente la fabricación de autos en todo el mundo. ¿Podría esto extrapolarse a lo político?

 

Planificar, hacer, evaluar y actuar

William E. Deming, que es uno de los creadores de la filosofía kaizen, sostiene que la mejora continua se produce de manera circular y creciente por cuatro actividades: planificar, hacer, evaluar y actuar, en donde la evaluación es la clave dinámica y quizás más importante del proceso de calidad. ¿Además del voto, quién y cómo se evalúa realmente la eficiencia en la política?

En Argentina, el Espacio Excelencia a través de la Fundación Premio Nacional a la Calidad, promueve la aplicación de modelos de excelencia en la gestión de la calidad para el sector privado y la Secretaría de Gestión y Empleo Público de la Jefatura de Gabinete de Ministros lo hace para el sector público y hace unas semanas entregó el Premio Nacional a la Calidad a empresas y reparticiones que son modelos en la gestión de la calidad en nuestro país.

Mirando el funcionamiento de la política: ¿Por qué cree que tantos están en contra de la meritocracia? ¿No sería bueno instruir a los políticos y políticas y a las instituciones de la democracia en nuestro país con algunos de los parámetros de gestión de la calidad que se aplican en la filosofía Kaizen? ¿Qué mejoras habría que hacer a la democracia para lograr una mayor calidad institucional en Argentina? ¿Quién y cómo le parece que debería evaluar la calidad del trabajo de los y las funcionarias y políticos argentinos? ¿Cómo puedo contribuir a mejorar la calidad de la política?

 

Por Gustavo Carlos Mangisch
Doctor de la UBA en Ciencias Sociales