Por Ricardo Sánchez Recio
Orientador Familiar, licenciado en Bioquímica, profesor.


Gracias a las Ciencias Biológicas y a la Genética, y al poderoso avance de la tecnología actual, la evidencia científica señala que un ser humano biológicamente identificado como distinto e individual, único e irrepetible, está ya presente desde el momento de la fecundación. Lo que se ha formado en el vientre de la madre, no es una parte de su "tejido' o de su "cuerpo', no es un "montón de células' ni un "coágulo', no es un "apósito' ni un "parásito' (como denominan los pro-abortistas). De hecho, es totalmente independiente y está comandando su autoconstrucción corporal mediante la expresión de sus propios genes. Desde la concepción, solo necesita tiempo, oxígeno, nutrientes y un ambiente adecuado para desarrollarse. El hecho de estar albergado y alimentado en el cuerpo de su madre, no configura al bebé como un elemento del mismo. Es diferente en todas sus células y hasta puede poseer grupo sanguíneo y factor Rh distinto al de ella.


Por lo tanto, la historia de todo ser humano comienza en la concepción. Con la información genética que aporta el espermatozoide del padre (23 cromosomas), más la información que aporta el óvulo de la madre (23 cromosomas), comienza un nuevo individuo humano. El patrimonio genético único del concebido, determina ya su sexo, su altura, el color de sus ojos, de su pelo y de su piel, las futuras enfermedades que podrá padecer, etc. No se trata de un hombre hipotético, un "no-humano' que después se vuelve "humano'. El embrión es un ser vivo con un genoma humano que permite un desarrollo organizado, autónomo, progresivo, para constituirse a sí mismo de forma continua. Si el ser humano no comienza con la fecundación, entonces no comienza nunca, pues ¿de dónde le viene entonces la nueva información? La misma expresión "bebé probeta' reconoce la existencia de un ser humano desde la concepción. Todos nosotros podemos rastrear nuestra existencia hasta el momento de la concepción.


Reconocer que la fecundación origina un nuevo ser humano no es una cuestión de opinión, de gusto, de moda, de mayoría, de ideología, ni de credos religiosos, sino una realidad biológica. Y la única verdad es la realidad. El aborto provocado es, por lo tanto, el fin intencional de una vida humana individual, bilógicamente distinta de sus padres. No se interrumpe un embarazo, sino que se interrumpe el vivir de un ser humano. Legalizar el aborto, no puede ser otra cosa que instaurar la pena de muerte del niño por nacer.