En julio del año pasado la Iglesia católica local sintió un sensible impacto como sucedió en cada reemplazo del líder de la diócesis de San Juan de Cuyo a lo largo de sus dos centurias. La renuncia de monseñor Alfonso Delgado tras cumplir 75 años de edad llevó al papa Francisco a decidir por monseñor Jorge Lozano en su reemplazo. Una nota de DIARIO DE CUYO al nuevo obispo, antes de su llegada formal a San Juan, logró un atractivo retrato humano y competente del nuevo mitrado desde su anterior destino como obispo de Gualeguaychú. Entonces descubrimos a un pastor metido en la indolencia de barrios pobres, desprotegidos u olvidados, comprometido con la gente, caminando, escuchando y conversando con todos. Y la primera sensación popular, generalmente involuntaria, fue compararlo con el apostolado de su antecesor, monseñor Delgado, entre 2000-2017.

Monseñor Jorge Lozano.


Ordenado sacerdote en 1970, con 18 años, Delgado es ingeniero agrimensor y luego de ser sacerdote, se doctoró en Teología en la Universidad española de Navarra del Opus Dei (OD). En la referida comparación, no es fácil encontrar muchas anécdotas de Delgado metido en el fango de alguna barriada pobre, e incluso hubo sacerdotes incómodos con su estilo. Pero esta característica a él atribuida, no sería un "defecto" suyo, sino una singularidad del OD, la institución a la que pertenece. Fundada en 1928 por Josemaría Escrivá de Balaguer, un deslumbrante sacerdote español nacido en la comunidad autónoma de Aragón, fue erigida como prelatura personal del Papa, contra la voluntad del episcopado español, durante el reinado de Juan Pablo II. Lo recuerdo bien, porque fue en 1982 y yo residía en Roma por estudios. La prelatura es una figura jurídica prevista en el Concilio Vaticano II "para la realización de tareas pastorales peculiares en favor de distintos grupos sociales en determinadas regiones o naciones, o incluso en todo el mundo". Él, Karol Wojtyla, nunca olvidó la ayuda que recibió del OD y de manos de Escrivá, en Cracovia, Polonia, mientras aún padecía los duros tiempos de ese país del Este europeo en la órbita de la ex Unión Soviética. Y cuando convertido en Juan Pablo II llega a la silla de Pedro, facilita que la Obra (así se le llama también al OD) intervenga decididamente en la movilización de un proceso de "restauración" de la Iglesia católica.

Monseñor Alfonso Delgado.


En San Juan, monseñor Delgado ha cumplido su misión pastoral como mandan los cánones, y no habría asuntos que cuestionar, incluidos los incidentes financieros denunciados y de los que, según se hizo público, salió indemne en la Justicia; o sus diferencias con su antecesor, que tanto dolieron a monseñor Di Stéfano. Sin embargo, observadores de la curia local consideran que fue "insuficiente" su llegada a la feligresía.


¿Será que esas características provocaron en Delgado la supuesta "frialdad" o escasa cercanía a la gente común, más allá de la estricta y juiciosa competencia que tuvo como pastor? Si los cambios en la conducción de la Iglesia local pasan por una mayor preocupación por la pobreza, el estado general de los ciudadanos, y en gran medida por las formas y pensamiento del mandato papal, evidentemente estamos con Lozano frente a una "nueva forma" de conducir la iglesia católica en San Juan. Sobre todo, por su relación histórica con Jorge Bergoglio, el papa Francisco, más identificado con los que menos tienen y con los que más sufren.