Muy próximo al inicio del ciclo lectivo tenemos gran incertidumbre de su comienzo. Los padres preparan los chicos para tal fin. Otro escenario distinto es donde los protagonistas son los docentes, hoy con salarios mediocres y sin que se respete la "Ley de Financiamiento Educativo'' (Ley 2.6075). 

Si se restan días de clase a los alumnos se debe prever un plan de recuperación de contenidos en distintas áreas. 


Ante la negativa rotunda del ministro de Educación de la Nación, Estaban Burllich, sabemos que muchas provincias manifestaron su disconformidad. Desde la Nación, están proponiendo mantener este año un presupuesto reducido para Educación, lo que afecta directamente en el salario de los docentes. Tampoco no se cumplen las metas en términos de porcentaje del PBI. La ley garantiza un porcentaje de la coparticipación federal en cada provincia destinado a la inversión educativa en tres prioridades: Mejorar las condiciones laborales y salariales. Jerarquizar la carrera docente y promover la calidad de la formación inicial y permanente. 


El Ministerio de Educación de la Nación tiene un abultado presupuesto, sin dar a conocer el destino o distribución del mismo, aún más, es un ministerio sin escuelas. El incumplimiento de las leyes no permitirían fijar lo que la "Ley Nacional de Educación'' (artículo 80) expresa en cuanto a la "dignificación del salario, las condiciones del trabajo docente y las políticas de igualdad educativas, socioeducativas que permitan sostener la escolarización de alumnos de sectores más vulnerables de la sociedad''. 


Es preciso un financiamiento educativo que garantice los recursos que se requieran para la instrumentación de políticas permitiendo una educación inclusiva y de calidad. "No alcanza con dotar a la educación de los recursos que necesita para funcionar, es fundamental, que las metas sean concretas, transparentes para la opinión pública, sus organizaciones sociales y las comunidades educativas''. El cambio cultural que necesitamos empieza por poner la agenda educativa como eje fundamental de la política pública. 


Los países con mejores resultados educativos tienen a sus docentes con buenos salarios, jerarquización y altos niveles de actualización docente. Si nos centramos en la figura del maestro un reciente estudio indica que el 35% de los docentes padece de enfermedades de origen sicológico, no ajenas a las diferentes problemáticas sociales que se expresan en la escuela, como ansiedad, irritabilidad, insomnio, son algunos de los síntomas más frecuentes en el colectivo docente. 


El informe concluye: Es el resultado de componentes como agotamiento emocional, realización personal, dificultades sociales como: indisciplina, desinterés y falta de motivación de los alumnos. En muchos casos actitudes negativas de los padres hacia el aprendizaje. También le exigimos al docente que siempre tenga un alto equilibrio emocional. Por otra parte, los padres, también tienen sus exigencias y es natural que así sea. 


En este ciclo 2017 es prioritario pensar en el proceso educativo para alcanzar los niveles óptimos trabajando en forma constante donde familia y escuela sean los pilares básicos. Ojalá prime en el ministro de Educación de la Nación el diálogo, respetando así, la Ley de Financiamiento Educativo que permitiría la Paritaria Nacional y llegar a consensos y acuerdos. Sabemos que el diálogo es la llave que abre la empatía.