No habrán llegado noticias confiables aún de que, como muy lejos, en agosto hay internas obligatorias y en octubre se eligen todas las autoridades del sistema democrático provincial. Porque como nunca y como en ningún otro lado donde los aspirantes saltan desde abajo de las baldosas flojas, no hay candidatos. Ninguno que lo diga a los cuatro vientos. Sólo insinuaciones, unas bruscas y otras más tenues. Operaciones, cada día más evidentes. Pero sólo nariz, olfato. En concreto, firme y decidido, ninguno.

Las marejadas que enturbian lo que hasta hace poco eran aguas cristalinas en la interna del PJ y las indecisiones de la oposición han terminado de configurar un panorama extraño. Hay que remontarse a mucho tiempo atrás para encontrar antecedentes donde el año electoral empiece sin ningún candidato. Al menos no ocurre en San Juan desde la recuperación de la democracia, porque aún cuando el sistema tocó fondo -allá por el 2003- ya venían caminando los candidatos definidos desde el año anterior.

Empecemos por el oficialismo, que parece ser el regulador del proceso electoral. Como quienes gustan de ir al pie en el truco para ver las cartas sobre la mesa, todos esperan que juegue Gioja. Pero el gobernador es un avezado jugador de truco en la altura de los aviones: gana más veces de las que sus colaboradores se dejan ganar. Y traspola con facilidad el manejo de los tiempos del juego criollo a la arena política, y por eso no es difícil deducir que demorará su apuesta hasta la línea de sentencia y obligará así al resto a acompañarlo. No sería extraño entonces que esta indefinición de candidatos -oficialistas y opositores- se extienda hasta bien entrado el año.

Acaba de regresar Gioja de un viaje en mula a la Cordillera donde anunció que meditará sobre lo que ya tiene decidido: si avanzará o no en una reforma constitucional que le permita una nueva reelección, de evidente respuesta afirmativa.

Desde fines del año pasado sabe que lo hará, pero aparece aquí una nueva extrañeza para la geografía política sanjuanina: no es seguro que si consigue tener la chance esté dispuesto a aprovecharla. ¿Y para qué la quiere entonces? Para otros objetivos no menores en su dimensión de jefe territorial: disciplinar con mayor autoridad la interna oficial, subirse el precio a nivel nacional.

Los números con los que cuenta son contundentes, tanto los propios como los de cualquier otra encuesta seria como la publicada por este diario: a la gente no le parece mal reformar la Constitución, iría a votar a favor de manera contundente y más contundente aún sería -hoy- si Gioja es candidato, con chances de pasar el 80%, para lo que tiene que convenir a una franja aproximada del 15% de los votantes.

Pero igual sabe que debe ir despacio y con prudencia. Pese a ese inédito nivel de aceptación, siempre hay gente enojada, como en este caso es el frente gremial que justamente en estos meses debe acordar aumentos de sueldos con el gobierno. También sabe que reformar la ley para beneficio de una persona -cualquiera sea- no genera precisamente pasión de multitudes. Y que puede haber zancadillas desde su propio palo, tanto en la Provincia como en la Nación.

Por lo tanto, cautela. Y esa cautela no funciona de otra manera que como dique de contención para las aspiraciones del resto, entre propios y extraños. Para los suyos, se presenta como una herejía eso de salir a cotejar aspiraciones si el jefe está anotado en la grilla de partida. Deberán entonces esperar el momento de la largada para conocer su suerte. Paciencia.

Sólo el hermano del gobernador, César Gioja, ha levantado la voz para proclamar su intención de suceder a José Luis. Pero lo ha hecho con el debido cuidado de anteponer a su ilusión de candidato el prefijo "pre". Y ese "pre" señala que deberá sortear una escala para figurar en la línea de largada: anotarse para la interna abierta de agosto. ¿Lo hará si el otro candidato es su hermano?

El resto no dice ni "pre". Todos juntitos esperando al cartero que traiga novedades. Si las noticias señalan que Gioja avanza con la re-re y decide presentarse nuevamente, aquí nadie dijo nada. Ellos -Marcelo Lima, Sergio Uñac y Daniel Tomas- harán entender que si alguna vez hubo una ilusión por ascender soltada al aire libre, fueron sólo movimiento pre-reforma, de cuando el jefe estaba afuera. Ahora, todos a remar. Si ocurre el revés, allí sí podrán empezar a conjugar el verbo candidatear.

Pero esta dulce espera por los pasos del gobernador no sólo ha congelado las definiciones en el arco oficialista, sino también lo ha hecho en el opositor. Un espacio este último repleto de siglas partidarias en plena negociaciones de proximidades, de dirigentes de renombre circulando como posibles cabeza de fórmula para gobernador, pero con ninguno dando el paso definitivo: sentarse arriba de una candidatura firme.

A todos les circula la misma inquietud: ¿será un premio o un castigo para un dirigente opositor encabezar la lista y confrontar con Gioja en este momento?. La respuesta indica que no hay blancos o negros, y que bien puede resultar un triunfo para un opositor el de marcar buenos números a pesar de perder, y obtener de ese modo lugares en la Legislatura o en los concejos departamentales. Pero para eso, alguien deberá inmolarse, ¿algún aspirante en la sala?

Empieza así el juego de los posicionamientos, que consiste en quién quedará mejor parado o cuáles alianzas tienen futuro y cuáles no. Roberto Basualdo es el que mejor mide entre todos ellos, pero no está claro que quiera candidatearse a gobernador, sino más bien parece buscar un candidato fuerte que lo acompañe y él repetir en el Senado.

Mauricio Ibarra es en cambio un firme aspirante a ocupar la candidatura opositora por el PJ Federal, pero guarda hasta último momento la jugada. No parece que haya indecisión, sino una demora ocasionada por el armado del espacio: una vez que se sepa cuántos y quiénes son, se podrán destinar los lugares para cada uno.

Por el lado del panradicalismo avanza Colombo como posible candidato a gobernador. Pero hay tantas chances de que confronte con el eje Ibarra-Basualdo, como que termine uniéndose a ellos, o sólo a uno de ellos. Por lo tanto, calma y a seguir esperando que esté más clara la cosa.

Y ahora aparece Conti con una renovada vocación para encabezar alguna lista opositora en nombre del Bloquismo que resiste el acuerdo con el PJ. Pero para eso deberá definir primero si se van los rebeldes del partido, o si ganan la votación interna. Ambas cosas aparecen difíciles.

Y nuevamente los ensayos de unos con otros, de todos juntos, de dividirse en dos partes. En eso ocupan su tiempo los dirigentes opositores mientras orejean la baraja.

Por supuesto que para ellos no será lo mismo confrontar con Gioja que con alguno de sus lugartenientes. Obvio, sienten la chance de obtener mayor espacio si Gioja desiste: a números de hoy, es muy estrecha la franja que queda para repartirse entre todos si el gobernador decide emprender el camino de un tercer mandato. Y así, el ser o no ser de Gioja es casi que el principal orientador de las decisiones del resto.

Pero nada de eso ocurre por ahora. Acaba de terminar la cabalgata sanmartiniana y habrá que ver qué le soplaron a los oídos del gobernador las inmensidades de los valles.

Mientras, aparece ya el tiempo de que la gente vaya conociendo quiénes serán los candidatos, al menos con el prefijo de "pre". Un paso esencial para lo que más importa: conocer cuáles son los planes de cada uno.