La expectativa que rodeaba al discurso de apertura del 134º período de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación, por parte del presidente Maurcio Macri ante la Asamblea Legislativa, tuvo más contenido político del que se esperaba, ya que reveló un antes con la grave herencia recibida y proyectó un después en un contexto de optimismo para la etapa asumida, comprometiendo su gestión al desarrollo del país y al bienestar de los argentinos.
Macri cumplió con la Constitución al dar cuenta de la situación en que recibió el Gobierno, el 10 de diciembre pasado, y se comprometió a publicar todos los datos, área por área, para que se conozca el estado en que estaba la Argentina. Los principales detalles del colapso heredado, por un Estado mal gestionado durante la última década, han fundamentado la síntesis del informe presidencial: …’lo primero que tenemos que hacer es reconocer que no estamos bien’, según manifestó.
El repaso de los doce años de clientelismo, de despilfarro y corrupción del kirchnerismo, han dado pie a Macri para justificar las primeras medidas que adoptó como una forma de normalizar al Poder Ejecutivo, y decisiones para muchos con ciertas incoherencias, aunque luego fueron explicadas, debido a fallas comunicacionales de este gobierno.
Pero lo que ha precisado ante el Parlamento debe observarse como un punto de inflexión en la historia de nuestra democracia, un antes y un después, que no admite de ahora en más discusiones intempestivas por la defensa ideológica del ‘modelo’ de parte de la oposición, a la que le cabe ahora asumir la posición responsable para controlar, consensuar y equilibrar, con las herramientas constitucionales, las acciones de gobierno.
El paquete de iniciativas que prevé enviar el presidente al Congreso para convertirlos en ley, debe convocar a todos los representante a trabajar para materializarlas cuanto antes y hacer realidad la reformar en la Justicia, renovar el sistema electoral, la devolución del IVA a los productos de la canasta básica alimentaria a fin de ayudar a la gente de menos ingresos, y el dictado de normas precisas para combatir el narcotráfico y la corrupción, entre las premisas anunciadas en la Asamblea Legislativa. El papel de senadores y diputados, es una responsabilidad institucional y sin dialéctica contestataria, para posibilitar a la Argentina insertarse en el plano internacional, sanear su economía y atender con equidad la demanda de una sociedad que ha pedido un cambio de rumbo con todas las garantías y derechos que le asisten.