La última de las "generaciones", según la clasificación de algunos autores, es la Generación "Z", las personas nacidas entre los años 1990 y 2010 aproximadamente. Son aquellos que se encuentran "conectados" casi permanentemente, manejan la información con eficiencia, están comunicándose constantemente y optan por el autoaprendizaje antes que el aprendizaje formal.


Asimismo, se encuentran centrados en la enseñanza de la escuela llamada 3.0, donde se impone ese autoaprendizaje, donde los alumnos seleccionan los contenidos que ellos consideran útiles y marcan el paso de sus necesidades para su formación (Agustín Sergio & González Reyes, 2016).


Si bien la incorporación de las TIC's en el aula, ha venido a dar un cambio en la enseñanza, se impone en la mayoría de las escuelas argentinas y en el nivel superior particularmente, el formato de la enseñanza tradicional. En esta, el alumno se mantiene pasivo, y donde el docente es un celador de que los estudiantes anoten, memoricen y luego reproduzcan la información impartida en la clase (Cavazos, 2013).


Los pertenecientes a esta generación Z, son 100% "nativos digitales", es decir que nacieron con la tecnología, no conciben un mundo sin conexión y satisfacen sus necesidades de divertimento, información y formación por la Internet. Hechos que, llevan a las instituciones educativas a cambiar el formato de las metodologías para poder atraerlos y retenerlos, teniendo que cambiar de raíz sus métodos de enseñanza, motivación, transferencia de la información y la función del docente en el aula. Y en donde una de las estrategias que está dando resultado, es la gamificación de la enseñanza, la que supone exponer al alumno a completar misiones, objetivos, subir de nivel en tabla de posiciones, obtención de premios, etc. Lo que se traduce en aplicar el juego para la enseñanza y el aprendizaje (Días, Caro, & Gauna, 2016).


Sin embargo, los recursos tecnológicos solos, no son capaces para la formación de la generación Z. La clave se encuentra, en las competencias tecnológicas y pedagógicas de los docentes. Un estudio realizado en el año 2008, en 80 colegios y 1.433 docentes en Madrid, demostró la alarmante disparidad y falta de estas competencias digitales en los docentes para generar procesos de aprendizajes en esta población de alumnos (Fernández Cruz & Fernández Díaz, 2016).


Nos encontramos transitando un escenario social cambiante y dinámico. Nos estamos enfrentando a nuevos formatos de sociedad, donde las problemáticas ya no pueden respondersecon anteriores respuestas que explicaban diferentes situaciones sociopolíticas. Lo que es más grave aún, es que estos sistemas no dan respuesta a la precariedad y desigualdad social que no para de crecer (Fumero et al., 2016).


La generación Z, es la primera generación que advierte que la tierra se ha vuelto plana; las herramientas digitales son omnipresentes; que el vínculo entre el desarrollo democrático y tecnológico es invulnerable; y en base a su creatividad y plasticidad, desconfían de sistemas como el educativo tradicional. Hechos, que, en este ámbito en particular, condicionan los actuales métodos de aprendizajes para dar paso a otros que tanto, instituciones educativas, autoridades y docentes deben cambiar indefectiblemente (Espiritusanto, 2017).


Más allá de escandalizarnos por esta nueva generación que ya estamos recibiendo en las aulas, debemos tomarlo como un gran desafío, para poder formar a estos jóvenes, los que, a su debido tiempo, puedan transformar la realidad de una comunidad, reinventando los sistemas sociales, de manera de lograr un mundo, mucho más ético, justo, equitativo e igualitario para todos (Ortega Cachón & Vilanora, 2016).