El nuevo orden mundial pospandemia del Covid-19, que para la mayoría de los expertos ya está en pleno proceso de instauración, tiene muy en cuenta el rol que cumplirán algunos países que hasta ahora han sido clave en la organización geopolítica del planeta. Una de las naciones que está siendo mirada con gran atención, por parte de los países hegemónicos, es Turquía, que guarda una gran tradición imperialista y cuenta con una ubicación geográfica estratégica que lo coloca en el centro del eje que divide a oriente con occidente. Este país, en los últimos tiempos, ha tenido un comportamiento que lo ha alejado de los bloques occidentales representados por Estados Unidos de Norteamérica y la Unión Europea. Y ha dejado precedentes de tener diferencias con Grecia e Israel, países a los que viene hostigando sistemáticamente. En contraposición, su presidente Recep Tayyip Erdogan mantiene buenas relaciones con Rusia, de la que desde hace un tiempo está obteniendo armamentos, situación que genera el descontento estadounidense. 

El alejamiento paulatino de Turquía del mundo occidental ha sido atribuido a una serie de razones, que vienen manifestándose desde hace tiempo, con antecedentes históricos como la toma comunista de China en 1949; la victoria de Fidel Castro en Cuba en 1959; el colapso de Vietnam del Sur en 1975 y la imposibilidad del gobierno norteamericano de interceder favorablemente en la revolución iraní de 1979 que provocó el derrocamiento del Sah Mohammad Reza Pahlevi y significó la instauración de la actual República Islámica. A todos estos acontecimientos se suman ahora, según el experto en política islámica, profesor Emmanuel Karagiannis, otros hechos que a continuación se consignan: 

  • - Turquía atraviesa por un vertiginoso cambio. Se trata de la islamización del país a través de un proceso de crecimiento demográfico muy particular. Los turcos de Anatolia (también llamada Asia Menor), más conservadores y religiosos, tienen tasas de natalidad más altas que los turcos occidentalizados de Estambul y la costa del Mar Egeo. Es decir que tarde o temprano este sector de la población islámica será mayoría. Por otra parte, el presidente populista Erdogan se muestra muy en sintonía con el sentimiento público. Su retórica antiamericana, antieuropea y antisemita lo ha hecho muy popular. No hay que desconocer que el país se ve asimismo como el sucesor del Imperio Otomano. Durante cinco siglos Estambul fue sede del califato y el sultán otomano fue visto como el líder del mundo musulmán, ahora esto se quiere repetir a través del apoyo de Erdogan a los Hermanos Musulmanes, Hamás y otros grupos islamistas. 
  • - La retirada gradual de EEUU de Medio Oriente y el posterior regreso de Rusia han cambiado la dinámica de la seguridad regional. El liderazgo de Turquía está menos obligado a ser pro occidental. Este país se percibe como una potencia en ascenso con una economía ubicada entre las 20 primeras del mundo y un ejército que es el segundo más grande de la OTAN.
  • - Los crecientes lazos de Turquía con Rusia no son casuales. Hay consideraciones geopolíticas que explican este hecho. Turquía busca acercarse a Rusia que ha centrado su atención en la región del Ártico, más que en Medio Oriente, debido al cambio climático. Todo indica que Rusia no necesitará tener acceso al Mediterráneo ya que como dice el presidente de este país, Valdimir Putin, una vez que el Ártico se vuelva navegable "proporcionará el futuro de Rusia". Esto ha determinado que Ankara (Capital de Turquía) no tema al poderío militar ruso. 
  • - Por último, Turquía se está convirtiendo en un país autoritario. Recordemos que en 2016 hubo un fallido golpe de Estado, en el que miles de personas fueron encarceladas y perseguidas por el actual régimen. 

Todo indica que de seguir este proceso Turquía puede pasar a integrar una alianza antioccidental ante la atónita mirada de los líderes de occidente que, en muchos casos, no comprenden las causas de este giro.

  • Tensión con Israel y Grecia

A medida que pasa el tiempo las relaciones turco-israelíes se están volviendo cada vez más tensas. Ello se debe o bien al apoyo de Ankara a Hamas y a su creciente influencia en el mar Mediterráneo en relación con el conflicto de Libia, o bien a que Turquía compite con Israel en la región del Cáucaso, donde la zona de influencia israelí en Azerbaiyán aumenta su polarización y rivalidad.


El hecho de que los turcos estén estacionados en el Mediterráneo es motivo de preocupación para Israel y Grecia, que alegan su impacto negativo en el futuro de su gas, que está en peligro después de que anunciara su intención de perforar frente a la costa de Libia. Esto indica las ambiciones de expansión en la región.

Por Alfredo Correa 
DIARIO DE CUYO