La presidenta de la Nación pronunció un esperado discurso en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso. Cristina Fernández de Kirchner midió cada una de sus palabras, mostrándose como la auténtica dueña del poder. Por una parte, afirmó que no es candidata, aunque dejó en claro que no será éste su último discurso ante la Asamblea Legislativa.

Al afirmar: "Hoy estamos no sólo en una etapa de construcción de bases, sino en una etapa de construcción de certezas\'\', parecía clara su alusión a las proyecciones de su esquema de continuidad en el poder, aunque rechazando la propuesta de la legisladora oficialista Diana Conti de una reforma constitucional que permita la reelección presidencial indefinida. El realismo también es una carta de la que se valió la presidenta. No tendría sentido candidatearse desde ahora, facilitándole el camino a una oposición caracterizada por la fragmentación, la escasez de ideas y con graves dificultades para organizar su futuro. No obstante no descuida la necesidad de reforzar los frentes para asegurarse resultados positivos en el futuro desde las listas colectoras.

La seguridad y la inflación son dos asignaturas pendientes ni se admiten en dimensiones reales la gravedad que revisten. Insistir que el delito ha bajado, muestra una actitud de negación del problema, e indicar que pondrá más policías en las calles parece señalar una solución a medias. Si bien hubo alusiones a la recuperación de la economía, pasó por alto uno de los temas que más preocupa a los ciudadanos: los índices inflacionarios. En el pasaje de anuncios se destacó positivamente la ampliación de la asignación universal por hijo para las embarazadas desde el tercer mes. Debe interpretarse como un mensaje contra del aborto, tendiendo un puente a sectores religiosos distanciados por la corriente proabortista. En el mismo sentido, el pedido de apurar la sanción de una ley de adopción, busca solucionar el futuro de números niños.

Es de lamentar que no se haya hecho ninguna autocrítica y que los temas más acuciantes hayan sido eludidos sin definiciones contundentes como las que exigen los asuntos más agraves del país o los que requieren los sectores productivos para impulsar las exportaciones y la industrialización con mejores resultados macroeconómicos. El futuro del país transcurre en un periodo positivo en los mercados internacionales que es necesario afianzar y mejorar para darles una eficaz solución en orden al bien común.