En la apertura del período de sesiones ordinarias del Congreso, la Presidenta de la Nación centró su discurso en el corto plazo, buscando refutar las objeciones que se presentan desde la oposición política, cada vez más inerte y estéril, así como también desde algunos sectores de la sociedad.
Aunque se encargó de aclarar que no buscará impulsar cambios en la Carta Magna, sí adelantó que intentará que haya modificaciones en el ámbito de la Justicia, por lo cual anunció que enviará varios proyectos de ley. Entre ellos se destacan dos. El que propondría la elección popular de los miembros del Consejo de la Magistratura, el organismo que elige y acusa a los jueces, integrado actualmente por 2 abogados, 3 jueces, 1 académico, 6 legisladores y 1 representante del Poder Ejecutivo. Los abogados, jueces y académicos son elegidos en elecciones internas de cada estamento.
Intentando justificar con razón la reforma, señaló que no se modificará la Constitución, pero no se puede obviar que la Justicia siempre ha sido un ámbito en el que abundan los privilegios y donde las modificaciones han sido una excepción. Es que la sociedad observa en algunos casos que el nepotismo sigue por encima de la capacidad, idoneidad y trayectoria. A su vez, anticipó que pedirá que todos los poderes del Estado presenten sus declaraciones juradas.
El segundo proyecto es la medida tendiente a impedir que las cautelares se prolonguen y compliquen el proceso, diluyéndolo en el tiempo. Es un proyecto que se analizará cuando se remita al Congreso, que parece originado en el rol que tuvieron este tipo de medidas judiciales en postergar la vigencia de los artículos de la ley medios cuestionados por inconstitucionales.
La afirmación de que la pobreza está por debajo del 7% y la indigencia o pobreza extrema no llega al 2% contrasta con la realidad. El desconocimiento de la inflación real es la causa por la que estas dos cifras, relevantes en cualquier diagnóstico social, están tan distorsionadas. Un segundo tramo estuvo dedicado a refutar críticas de coyuntura. Quizás la defensa del acuerdo con Irán fue la respuesta más significativa. Mientras que el canciller mostró serias falencias en sus fundamentos cada vez que se lo cuestionó, la Presidenta logró que sus argumentos tuvieran solidez y firmeza.
En conclusión, un discurso de batalla donde no innovó ni en contenido ni en estilo, pero que confirma que se abre una nueva etapa política, en la cual la democratización de la justicia posiblemente genere conflictos políticos y seguramente ocupará el lugar central en los próximo debates.