Por fin una noticia sensata, lúcida, de sentido común. Eso que le pedimos a los gobernantes y que ellos prometen en las campañas, pero luego olvidan cuando están en el poder. Porque son medidas de largo plazo, que van a dar sus frutos en 10, 15 ó 20 años, cuando es posible que ese gobernante ya no esté, y crea que el ciudadano común habrá olvidado quién las ideó y ejecutó. Una meta fijada más allá de la próxima elección. Políticas de estado que le llaman. Que no son de derecha, ni de izquierda, ni de centro. Son producto de un pensar correcto, sano, como si el semejante fuera mi familia, mi hijo, mi descendencia.

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El plan de nutrición infantil de los "Mil días'' que acaba de anunciar el gobierno provincial, es eso. Es direccionar los objetivos del Estado hacia donde verdaderamente los necesita la sociedad. Me felicito de tener gobernantes con esa mentalidad, desprovista del cálculo mezquino sobre si me dará votos o no para dentro de unas semanas. Pero debe saber ese gobernante, que en un futuro medido en una decena de años, cuando quizás ya esté retirado y vea pasar rumbo a la secundaria o a la universidad, uno de esos chicos que nacieron al amparo de ese plan, seguramente habrá de sonreír satisfecho, y agradecerá a Dios haberle dado la posibilidad de arrebatar a ese niño de la calle, de las drogas, de la desnutrición y la marginalidad, y de haberlo puesto rumbo a un futuro de progreso y desarrollo. Es decir, recuperó un hombre para la patria.


Y se iluminará el camino de la concordancia entre el ser y el saber, el pensar y el hacer. Es el sagrado deber del gobernante. Es la conexión con lo sublime, lo verdaderamente importante, aquello que salvará a las futuras generaciones, a contracara de lo que augura este presente oscuro y marginal.


No dudo que, con esa manera de pensar, el seguimiento de estos niños previsto hasta la edad de dos años, se duplicará luego hasta los cuatro,

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Cambio un estadio, o una fiesta o una cárcel, por que aquellos mil días sean luego dos mil, y así sucesivamente. La espiral de lo virtuoso suele retroalimentarse y sólo con el sostenimiento en el tiempo de estas políticas, con estadistas de verdad, podemos soñar con que Argentina se libere y se proyecte soberana, por fin, en el concierto de las naciones.

Orlando Navarron - Contador Público Nacional - Periodista