El comienzo de la penúltima semana del mes nos mostró un rostro que muchos quisimos no volver a ver, el que creímos abandonado para siempre, casi para la misma semana de 2001 cuando el 20 de diciembre de ese año se provocaba la renuncia del presidente Fernando de la Rúa. La excusa era una protesta por el cambio del sistema de actualización de las jubilaciones, pero una lectura desapasionada nos invita a deducir otros fines. Jóvenes adiestrados para provocar hechos de extrema violencia como no ha visto nunca la Ciudad de Buenos Aires intentando asaltar el recinto de la Cámara de Diputados y agrediendo a 88 policías que permanecieron varías días internados, es algo que nuestra joven democracia de 34 años nunca pensó que debería tener que enfrentar. Legisladores con larga experiencia sosteniendo la necesidad de levantar la sesión para responder así a la pretensión de la turba, nos recuerdan tiempos viejos en que dirigentes guerrilleros revolucionarios que habían conseguido el respaldo de los votos, eran la "superficie" de los grupos armados que se mantenían en la clandestinidad reivindicando la lucha armada como forma de hacerse del poder. Algunos de ellos, Nilda Garré, Carlos Kunkel, para citar sólo a los más conocidos, hicieron el largo recorrido y lograron alcanzar el gobierno por una vía en la que, de jóvenes, no creyeron, pero, bueno, eran otros tiempos y otras situaciones. Lo malo es que ahora parecen volver a sus antiguas creencias: la democracia somos nosotros, todo lo demás es dictadura aunque nos hayan ganado las elecciones.

Ahora tenemos la evidencia de que hay una retaguardia integrada por militantes que parecen inofensivos pero marchan con palos y la cara tapada.


Cuenta la historia que en una entrevista del guerrillero democratizado de Nicaragua Daniel Ortega con el líder cubano Fidel Castro, éste le preguntó por qué había dejado el gobierno. Ortega contestó "porque perdí las elecciones". El viejo caudillo se extrañó: "¿Que perdiste las qué?'". Para esta gente la que llaman 'democracia formal' es una especie de cáscara vacía que se llena de pueblo únicamente cuando ganan ellos, los partidos políticos 'burgueses', los que carecen de solidaridades violentas y estructuradas y se atienen solo a las reglas de convivencia establecidas en la constitución, son siempre la representación de alguna oligarquía.


"Macri, basura, vos sos la dictadura" es una consigna que repiten desde que el kirchnerismo tuvo que dejar el poder y antes aun de que la nueva administración hubiera tomado una sola medida de cambio, algo lógico cuando el que gana desea llevar adelante un programa distinto del que perdió, razón estricta por la que ganó. Esta consigna no deja lugar a dudas como tampoco la negativa de la expresidente Cristina Fernández a participar de la ceremonia de cesión de los atributos del poder, como si efectivamente se estuviera frente a algo ilegítimo con el que no conviene dejar la foto. Sin embargo, ¡qué gran buen ejemplo nos deja Chile!

De algún lado siguen saliendo recursos para sostener a profesionales de la protesta que están tarifados y ganan la calle por cualquier causa.

Sucesivos llamados a la "resistencia" desde las bocas de diputados como Máximo Kirchner y dirigentes sociales como Hebe Bonafini, están convocando a su retaguardia, para seguir usando el léxico militar al que son afectos. Y ahora tenemos la evidencia de que han dejado una retaguardia integrada por militantes que parecen inofensivos y solidarios líderes sociales aunque marchen con la cara tapada, palos en las manos, molotovs y hasta bazukas caseras. Ah, el problema de las jubilaciones, es real, pero despierta sospecha que no se haya expresado ningún jubilado. ¿Habrán cambiado los tiempos? Hasta ahora se vio que, como diría el poeta José Larralde, "el fuego pa prender debe ir siempre por abajo" y estos grupos, construidos desde la prebenda y el reparto de plata, sobrevivieron hasta que la plata se terminó y estuvieron dispuestos a cambiar de bando tan pronto como se agotaron las reservas guardadas. ¿Quedarán algunas reservas guardadas? Alguien todavía operativo, la droga por ejemplo, ¿estará financiando el desgaste de quienes los quieren combatir? ¿Será la Anses, cuyo control se atribuye al ex radical devenido en ultrakirchnerista Leopoldo Moreau la fuente donde abreva ese cántaro? De algún lado siguen saliendo recursos para sostener a profesionales de la protesta que están tarifados y ganan la calle por cualquier causa, podrían salir por Corea del Norte o Birmania, con tal que alguien les pague los 400 pesos que están cobrando en los regulares y 1.200 los jefes de cuadra. ¿No les llama la atención que no haya condena unánime de la violencia por todas las fuerzas que se presentaron a elecciones? ¿No alerta nuestros oídos escuchar en el recinto del lunes discursos de queja porque la policía estaba requisando de armas los colectivos que trasladaban "compañeros"? Ah, las jubilaciones.


Quizá en otro momento y otra nota podríamos compartir reflexiones sobre cálculos actuariales, sobre activos y pasivos, sobre el crecimiento de la esperanza de vida, sobre la tecnología de los remedios, sobre lo que sostienen con causa fundada científicos de que estamos en condiciones de vivir con buena calidad 100 años o más, sobre productividad de nuestra economía, sobre aportes de tecnología para sostener al mismo nivel de vida a los retirados durante tanto tiempo, sobre jubilaciones de privilegio, retiros tempranos a los 57 años y más. Pero este no es el momento, en realidad es lo que menos se está discutiendo, los forcejeos son por recuperar capacidad de amenaza, defenderse de la acción de la justicia penal y pavimentar el camino del regreso.