Vicente Fernández, aquél impresionante tenor mexicano que se exhibía en los escenarios con un revólver en la cintura, algo impensable en la actualidad, escribió en "el Rey", una de las canciones más populares de la colección mexicana "...hay que saber llegar". Consejo sabio de los arrieros a quienes los caminos largos y áridos les enseñaron el complejo arte de llevar la tropa para el mismo lado y presentarla completa y a tiempo. La poesía local tiene lo suyo en el tango "El sueño del pibe" en que Reinaldo Yiso, con gran ternura, describe la imaginación de un chico pobre que ante la simple citación del club para la quinta división, ya se ve jugando en primera y gritando el gol del triunfo un domingo a estadio lleno en el último minuto. El box también nos muestra en cada encuentro que el último round es el que la gente recuerda. Para ganar carreras, primero hay que saber llegar, decía Fangio, nuestro múltiple campeón de fórmula 1. Él lo hizo 59 veces contando sólo las que estuvo en el podio.

A veces los gobiernos, atacados por la comprensible ansiedad del ejercicio del poder, se quieren comer la cancha en los primeros pasos hasta que la realidad los pone en su lugar, el de la paciencia.

La gestión de Macri comenzó convencida en que terminaría todo en un semestre, aquél segundo del año pasado en que lloverían inversiones, caería el desempleo, disminuiría la pobreza y aumentaría el consumo. Prácticamente una obra de magia. Nadie invierte o se juega todo en el arranque sino que es normal que la gente, desde los grandes capitalistas hasta los humildes trabajadores o los consumidores de todo tipo, tengan cautela antes de tomar decisiones. Pues parece que todo se dará, como aseveraba el tango, a última hora. Luego de las primarias, todo da positivo, aun lo más difícil, que es el humor de la gente. Las curvas cartesianas han virado todas hacia arriba, bien empinadas dando exactamente la figura de una "V" atenuada. La sensación de que todo está mejor que antes, la expectativa positiva para el año que viene, la baja, aunque escasa del desempleo, la suba de la actividad industrial, la caída de la inflación, la disminución de los índices de pobreza, el crecimiento neto de la recaudación, la acumulación de buena imagen de las principales figuras de Cambiemos y la decadencia de los opositores, aun de aquellos que asoman para adelante como Urtubey...todo marcha para el mismo lado, como la hacienda del arriero imaginario de Fernández. Y esto está ocurriendo con oportunidad, en el mes que corresponde, el de las elecciones.

El Mercado de Valores, conocido vulgarmente como "La Bolsa" ha superado las expectativas más afiebradas y los operadores no recuerdan caso parecido en la historia reciente. Hace más o menos 20 años, el índice Merval logró sumar 930 puntos, en la época de la convertibilidad 1 peso 1 dólar y ahora superó los 26.000 que, considerando el tipo de cambio actual, nos deja por encima de los 1.500 puntos en dólares, es decir, el 160% del mejor momento de nuestro mercado. No todo queda ahí, los volúmenes que se están negociando se han acercado a los 1.000 millones de pesos diarios cuando en un pasado bastante reciente se llegó a tocar el piso de 8 millones diarios. Lectura obligada, ya se dio por sentado el resultado electoral del 22 de octubre y en planos que no admiten dudas, como la venta record de autos, bienes de duración media pero que exigen endeudamientos de hasta 7 años o motos, montos más modestos que comprometen también decenas de meses de pagar cuotas. La explosión inmobiliaria está a punto de causar incremento de precios aunque esto está estimulado por decenas de miles de millones de pesos ofrecidos en crédito por los bancos a tasas que son cada vez más bajas desde que involucran el sistema UVA, Unidad de Valor Adquisitivo, eufemismo que indica atadura a la inflación que, se supone, será cada vez más baja. Por vínculo natural, se ha incrementado también la construcción privada. Desde afuera también se ve un proceso que adquiere estabilidad, Argentina supera la media latinoamericana de confianza para el mundo de los negocios, sobre todo en el campo institucional, es decir, ha desaparecido la idea de que un gobierno no peronista podría naufragar antes de llegar a puerto.

Argentina supera la media latinoamericana de confianza.

Como otros datos que aportan evidencia de tranquilidad que solo tiene arrestos de violencia callejera en la Ciudad de Buenos Aires, corazón de toda variante de manifestación y en algunos partidos de provincia de Buenos Aires, están la quietud del dólar, moneda extranjera refugio tradicional de valor cuando se sospecha que puede haber problemas y el aburrimiento de los bancos acostumbrados a frenar corridas en época pre electoral. Es más, faltando tan pocos días, no saben qué hacer para ofrecer plata y las tasas están bajando en síntoma inequívoco de excesos de liquidez. En la provincia, Uñac lleva con sutil diplomacia su relación con la nación que se podría resumir en la siguiente frase: Ni muy cerca para quedar pegado ni muy lejos para ser enemigo. Eso le viene permitiendo aventar el trágico calificativo de "traidor", tan afecto al folklore peronista ("sacar los pies del plato" etc.), mantener el arreo partidario en línea y a la vez generarse un concepto de adversario leal con el oficialismo nacional. Lo que meses atrás parecía un equilibrio complejo y difícil porque se especulaba un mejor desempeño del kirchnerismo, ahora raya la misma simpleza de análisis y el mismo margen de error que un disparo al piso. En la nación y en la provincia, los oficialismos llegan, llegan a tiempo y llegan bien.