Difícil, muy difícil. En el oficialismo se desvelan por estos días haciendo cálculos y trazando estrategias para lograr (o intentar al menos) remontar la derrota capitalina del 13 de agosto. Ya pasó el momento de los reproches y las acusaciones, y llegó la hora de arremangarse, aseguran. Hay un interesante combo de posibilidades, que va desde captar más votos en las localidades donde ganaron bien y concentrarse sólo en eso, hasta tratar de "comerle votos" al enemigo, justamente en los barrios donde el vecino prefirió otra opción. La Ciudad de San Juan, podría decirse, es el distrito donde caló más fuerte el engaño macrista de Macri o Cristina; de "Macri honrado" enfrentando la corrupción kirchnerista, incluso olvidando que a casi dos años de gestión macrista aún no hay una sola sentencia contra el Gobierno K, el más corrupto del pasado reciente. Es más, la única definición judicial llegó para salvar a Amado Boudou, no para condenarlo. Es decir, la misma estrategia peronista, pero con firma macrista. En ese escenario es curioso el resultado de la Capital sanjuanina, porque esos vecinos tienen como referente a Franco Aranda, quien estuvo años en el Gobierno K y salió sin acusaciones por corrupción. Pero apoyaron en las PASO a Eduardo Cáceres, reconocido excarancho. Cáceres aún no explica qué pasó con los fondos para publicidad que salieron del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y que nunca llegaron a San Juan. Cosas de la política. Evidentemente la imagen no es todo. 
 
La pelea está en marcha: Roberto Basualdo y Cáceres hablan del "gobierno kirchnerista de San Juan", y Sergio Uñac asegura que Basualdo y Cáceres son más macristas que sanjuaninos. La campaña va a pasar por ahí. Los PRO sanjuaninos aseguran que esta es una elección que define modelos, y los uñaquistas se respaldan en la gobernabilidad, en la necesidad de tener legisladores que apoyen a la provincia. Exhiben la gestión como objeto de prueba. Ninguna de las dos cosas es totalmente cierta. Uñac está separando al peronismo sanjuanino y al nacional de Cristina Fernández al apoyarse en los gobernadores y hablar de "futuro". Nada tiene Uñac que se parezca a CFK hoy. Ni lo tuvo antes. Lo que pasa es que la coyuntura manda. Y no era el jefe. Le puede pasar a cualquiera, si no, pregúntenle al propio Basualdo, quien ha cambiado de padrino político cada año y medio desde hace diez años, más o menos. Desde Rodríguez Saá, pasando por Sergio Massa y hoy por Mauricio Macri. En definitiva, la coyuntura manda. Y también es caprichoso decir que Basualdo y Cáceres solamente responden a Macri. Uñac no tiene problemas con ellos. No les pide nada, pero no le generan inconvenientes tampoco.  
 
Ese es el contexto. Ahora, ¿qué pasará en la Ciudad? Es muy difícil que el oficialismo sanjuanino revierta esta elección. Doce puntos no se juntan en dos meses. A pesar de esa realidad, Aranda parece que se puso los guantes de boxeo con el límite de las onzas reglamentarias. Juntó a los referentes de la Capital en un encuentro que no registra precedentes. Ahí estuvieron los cuatro líderes de las juntas capitalinas que le dieron la espalda en agosto. No fueron Gioja, Godoy ni ningún referente K visible, lo que es un dato interesante. Gioja y Godoy le alejan votos, porque representan al pasado K que Macri vincula a la corrupción, aunque no hayan hecho nada para estar en ese lugar. En realidad no importa si lo hicieron o no. Macri, hábilmente, puso a todo el peronismo en ese lugar de sospecha. A todo el PJ menos al intendente capitalino. 
 
A sabiendas de eso, pero también con la certeza de que la tropa peronista le volverá a complicar la vida, Aranda reunió a todos los justicialistas en un solo lugar. Necesitaba alinear la tropa, e incluso hacerlo sin la presencia del líder del partido, que ese día de la reunión con las Juntas prefirió no ir, mitad porque llegaba de viaje, y mitad porque quiere tantear al jefe comunal, a ver cómo se desarrolla. Uñac no le va a sacar el banquito pero tampoco le va a regalar el trabajo. Aranda tendrá que demostrar que quiere ser lo que el resto cree que él puede ser. Es el referente justo para el departamento justo. Sólo le falta creerlo. Vio fantasmas tras la derrota, pero se ve que le va aclarando el panorama. Una victoria sería subir de puntos. Nadie espera realmente que dé vuelta el resultado. Sólo esperan verlo ponerse el traje de jefe, que es el paso que le queda para saber si realmente tiene madera para ese trabajo. Ojo, la elección no es suya, pero las facturas, como ya le pasó, tendrá que pagarlas solo.  
 
Por el lado de Cambiemos no hay mucho más que hacer. Sólo esperar que la coyuntura nacional no los arrastre. Los números de la macroeconomía están acompañando y aún les resulta la receta de pararse enfrente de Cristina Fernández. Lo único que deberán hacer es mantenerse en esa línea y esperar. El objetivo es que Cáceres y Basualdo entren, nada más.  
 
Lo curioso de Capital es el doble discurso de los vecinos, de condenar a los corruptos al no darles el voto, pero castigar a uno que estuvo cerca de ellos, pero que se mantuvo limpio. Igual, como los viejos dirigentes dicen: "El pueblo no se equivoca". Veremos. La patriada es difícil.