La agricultura es desde los inicios de la actividad pedagógica un propósito real, desde aquellos primeros pueblos sedentarios del neolítico, hace diez mil años, cuando el hombre debió aprender técnicas y estrategias de siembra, riego, cultivo de vegetales que le pudieran proveer alimento, abrigo y hogar. Pero ese salto cualitativo del hombre nómade a este nuevo hombre sedentario que construye su vivienda y puede criar su descendencia para asegurar la supervivencia de la especie no podía ser un hecho a corto plazo sino, esencialmente, significativo y transmisible, para que perdure por necesidad.


Fue entonces la educación la que pudo, como única herramienta, sostener el cuándo, el cómo y el por qué de sembrar. En sus orígenes se traspasaba de boca en boca los distintos estadios de la luna, las épocas de siembra de las especies, las técnicas de riego, esto se mantuvo por siglos. Pero la historia avanzó y se comenzó a planificar un compendio material de conocimientos transmisibles, que estén comprobados y que puedan disminuir los riesgos de equivocación. En ese momento se comenzó a mirar a los incas, con sus culturas desaparecidas, que construyeron prolongados canales de riego en mesetas artificiales construidas en las montañas, hasta llegar a los jesuitas que lograron sistematizar el cultivo de la yerba mate y su aprovechamiento intensivo de esa bebida hoy tan popular no solo en Argentina.

"Dentro de la educación aerotécnica es un orgullo ver a esos docentes con zapatillas o zapatos llenos de tierra, volviendo del campo acompañados de sus alumnos satisfechos por el trabajo técnico realizado.''

Pero en la historia de la educación agrotécnica no es posible dejar pasar por alto la obra de Domingo Faustino Sarmiento con la fundación del Liceo Agrícola, hace más de dos siglos, llegando hasta hoy con las escuelas agrotécnicas como verdaderos hechos sociales. En la Pampa Húmeda, correlativas con las universidades agronómicas, y en San Juan como salida laboral para los jóvenes de departamentos alejados, con el objetivos de afianzar la producción del lugar.


Estos centros educativos técnicos tienen las características de que nunca cierran sus puertas, lo que no es una frase hecha. Para el correcto funcionamiento de sus procesos hay que tener en cuenta que lo que se manipula son seres vivos, animales y vegetales. Por ejemplo, un viernes cuando culmina la actividad del día con los alumnos no es posible cerrar las puertas de la escuela para abrirlas nuevamente el lunes siguiente. Seguramente la vida de esos seres se deterioraría o se perdería. Es por ello que los técnicos o docentes de estos establecimientos, muchas veces están abocados en forma permanente, sin tener en cuenta fines de semanas, recesos escolares, horarios de mañana y tarde, inclusive de noche.


Con esta humilde reseña celebro que se esté realizando en nuestra provincia, por primera vez en la historia de la educación formal, la gran reunión de todas las escuelas agrotécnicas del país auspiciada por AMET (Asociación de Maestros de Escuelas Técnicas). En esta ocasión se están debatiendo entre otros temas, el uso de drones en el relevamiento de variables como humedad y temperatura de los cultivos y la figura del "Auxiliar de Campo'', que es algo distinto a las características del portero de una escuela común.

Por Osvaldo Olmo Gómez
Profesor. Técnico Agropecuario.