Estamos a un año del inicio fuerte de las campañas electorales nacionales y a menos de las locales si nos atenemos a la reciente reforma del Código provincial extendiendo el plazo máximo previo al vencimiento de los mandatos a 200 días. Aquí las elecciones provinciales podrían fecharse para antes del invierno del año que viene. Este puede ser el momento adecuado para hacer una especie de línea de base que nos permita ir observando las evoluciones de las diferentes fuerzas y, sobre todo, de los posibles candidatos. En San Juan no hay por ahora mucho para decir porque todas las encuestas muestran una estabilización que persiste desde hace 15 años: el electorado sigue dividido en dos, sumando ambas posiciones casi el 90 por ciento de las preferencias. Por un lado el oficialismo consolidado en un piso alto cercano a la mitad del total de los consultados y la principal oposición de Cambiemos con otro piso alto de más del 30 por ciento. En el frente que lidera el PJ parece no haber dudas de la continuidad de Uñac como candidato a gobernador, desaparecida definitivamente la hipótesis de Gioja que quedará reducida a la pelea por representaciones nacionales. El exmandatario, quien ya fuera convencido de la inconveniencia de luchar por el cargo que apetecía, el de senador, deberá ahora pelear por un espacio para renovar su banca de diputado que vence en 2019. ¿Cómo y cuándo se resolverá la cuestión? Está por verse pero se sabe que la eventual propuesta no saldrá espontáneamente desde las filas de la conducción partidaria. Tal vez el vicegobernador Marcelo Lima vuelva a interceder para resolver el natural conflicto de intereses. Las relaciones internas siguen como venían, mal. Por el lado de la oposición no están del todo claras las intenciones, pero allí el problema se definirá por default, no hay otro candidato posible. Por lo menos según los sondeos en este punto de partida el único competitivo es el Intendente de Santa Lucía, Marcelo Orrego. Una muestra de esta situación fue el empujón a la pileta que le dieron desde Buenos Aires cuando fue a una reunión de gestión y se vio al día siguiente en la foto con tres ministros del más alto nivel, algunos de los cuales nada tenían que ver con su visita, quienes aparecían dándole un aval que él no había pedido para presentarse en 2019. Un hecho bastante común a la política.

Falta un año y la fecha precisa, que es facultad del Ejecutivo, dependerá de la marcha de la economía.

Cuando John Kennedy ganó las elecciones a Richard Nixon, le pidió a su cuñado Peter Lawford que invitara a Robert Mc Namara, brillante exmilitar inventor de los contenedores para los barcos y por entonces Presidente de la Ford Motor, para que se sumara al nuevo gobierno nada menos que como Secretario de Estado. Mc Namara se negó pero ingenuamente aceptó una invitación para reunirse a solas con el Presidente electo. Cuando ingresó a la sala se encontró con Kennedy y todo el periodismo. Kennedy, aun sin saludarlo, dirigió sus primeras palabras: "Les presento a nuestro próximo Secretario de Estado". Luego debió enfrentar toda la guerra de Vietnam. Algo parecido fue esta cita en la Casa Rosada con la diferencia de que, según cuentan, jamás se habló en su presencia de candidatura alguna. Orrego habría insinuado a sus íntimos que solo aceptaría el desafío si se está dispuesto a jugar para ganar, algo de lo que parece tener dudas sobre todo en este invierno en que muchos se están sintiendo decepcionados por la marcha de las cosas. Basualdo ha vuelto a decir que no volverá a prestar el nombre ni siquiera para una reelección de senador en 2021 y el Intendente intuye que algunos lo quieren solo como mascarón de proa para ir detrás y garantizarse crecimiento en cargos menores como diputados, intendentes y concejales. Crecer pero a sabiendas que no se podría ganar y quedar a la espera de otros 4 años. En el orden nacional ha aparecido la primera novedad importante, la figura de Roberto Lavagna, ex Ministro de Eduardo Duhalde primero y Néstor Kirchner después, ex funcionario también del gabinete económico de Raúl Alfonsín. No bien se supo que podría intentar encabezar un frente con núcleo en el PJ sin el kirchnerismo, su imagen explotó hasta superar en puntos a la gobernadora de Buenos Aires María Eugenia Vidal. Buena noticia para la democracia argentina que estaba necesitando a alguien creíble y con experiencia que se mostrara como alternativa a la actual conducción opositora reducida solo a la crítica yendo siempre detrás de la iniciativa del gobierno. No obstante el pesimismo y agudización de la visión negativa sobre los resultados económicos tanto de la actualidad como del año próximo así como el descreimiento sobre los beneficios del acuerdo con el FMI, las principales figuras del oficialismo nacional mantienen una imagen positiva por encima de sus competidores tradicionales, exceptuando el caso mencionado de Lavagna. Vidal 53%, Carrió 44%, Macri 41%, Sanz 37%, Bullrich 36%, Larreta 33% y Peña 29%. La mejor de la otra vereda sigue siendo Cristina con una base inconmovible del 30% pero siempre con una imagen negativa tan alta que hace confundir su piso con su techo. Dentro del peronismo los mejores son Urtubey con 28% y Randazzo con 26%; Pichetto y Scioli aparecen con apenas el 13%. El 41 de Macri viene a ser como un tubo de oxígeno de reserva, todavía hay algo de esperanza y el tiempo puede jugar a su favor si las cosas mejoran. Falta un año y la fecha precisa, facultad del Ejecutivo, dependerá de la marcha de la economía. Hay un problema político en el medio: el gobierno, contraviniendo los consejos del viejo chino Sun Tzu, autor de "El arte de la guerra", ha decidido enfrentar a varios adversarios a la vez, unos naturales como son el peronismo y los sindicatos y otros inventados como la Iglesia por el tema del aborto.