Poco interesa que hoy cumpliría 118 años. Sí que es un nuevo motivo para invocarlo, más allá de la lectura de su loada obra literaria que podemos tenerla a mano en casa o en una biblioteca pública. Jorge Luis Borges nació el 24 de agosto de 1899 en Buenos Aires y venía de una familia nutrida de próceres que protagonizaron nuestras luchas por la emancipación. Desde el sanjuanino Francisco Narciso Laprida, presidente del Congreso que declaró la Independencia, en Tucumán, al coronel Manuel Isidoro Suárez, primo segundo de Juan Manuel de Rosas, que guió sus tropas en la mítica y victoriosa batalla de Junín por la independencia de Perú, en 1824. Pariente lejano el primero, y bisabuelo el segundo. A ambos les dedicó poemas.

El que más nos llegó a los sanjuaninos fue el de Laprida, asesinado en la batalla del Pilar en 1829, y titulado "Poema Conjetural". Precisamente, el paso de Borges por San Juan fue puntualmente registrado por DIARIO DE CUYO en sus dos visitas. Una en 1981 y la otra 1984, con motivo de un Congreso de Literatura y gracias a la minuciosa gestión del profesor Juan Mariel Erostarbe.


Luego vendría, en 1991, su viuda, cinco años después de la muerte del escritor, en Ginebra. También en este diario, el periodista Carlos Quinteros, relató los pasos de María Kodama en la tierra de Sarmiento. La mujer que vivió casi en silencio al lado de Borges, y con quien se casó en 1986, poco antes de enviudar, "sobre todo, lo escuchaba", como ella mismo me lo confesó. Quizá por eso lo primero que me impacto fue cuando aseguró en la misma entrevista que "él me enseño a vivir". En Madrid, o allí donde va por el mundo, trata de elegir el mismo hotel donde alguna vez se alojara con Borges.

Y estar con ella es vivir de nuevo momentos borgianos, porque no es ella sin el recuerdo de él.
Así, reconoció aquella vez, y volvió a hacerlo en otras entrevistas posteriores allí donde es identificada, que "ir por el mundo como la viuda de Jorge Luis Borges es algo muy serio. Una responsabilidad con la que me encontré de repente apenas lo enterramos en Suiza. Antes, lo mío era un segundo plano, siempre quise estar en un lugar discreto...". Será por eso que Borges aparece de nuevo en su recuerdo: "El decía que era ciudadano del mundo, que quería quedarse definitivamente en Ginebra, donde había vivido y estudiado de joven, aunque amara Buenos Aires.

En su último viaje se fue a Suiza con la idea de establecerse allí y mandó a cerrar su casa en Buenos Aires y a recoger todo". Luego, María me habló del mandato que le heredó: crear la Fundación Borges, de la que habían hablado desde diez años antes de la desaparición física del cuentista, ensayista y poeta universal. María aseguró también que Borges "trabajó hasta el ultimo día.

Su vitalidad era tal que "tanto los médicos como yo, nos sorprendimos. No hacia referencia al fin, continuaba con sus planes, sin dejar de tener humor". Los días como hoy, de su cumpleaños, no eran especiales, según se ha relatado hace mucho tiempo. Pero en aquella entrevista que le realicé a Kodama desde Madrid para la revista argentina "Para ti", me hizo varias otras confesiones en esa línea íntima. La más linda, señala que le dedicó varios poemas, pero ella recuerda que le gustó más aquel que escribió un día mientras vivían juntos, y que tituló "La Luna": "Hay tanta soledad en ese oro. La luna de las noches no es luna. Que vio el primer Adán. Los largos siglos. De la vigilia humana la ha colmado. De tu antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo".