En aquel tiempo, Jesús dijo: "Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante. El pastor llama a cada oveja por su nombre y las hace salir. Va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida en abundancia" (Jn 10,1-10).


Hoy la Iglesia celebra la 57ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, con el lema: "Las palabras de la vocación: dolor, gratitud, ánimo, alabanza". El contexto en el cual Jesús reivindica ser "el buen pastor", es la disputa con los fariseos, luego de la curación del ciego de nacimiento (cf. Jn 9,1). Los jefes del pueblo habían echado afuera al ciego que, una vez recuperada la vista había reconocido en Jesús, al enviado de Dios. No pueden admitir que mediante la transgresión del mandamiento del sábado, alguien pueda haber hecho el bien. Los dirigentes no pueden admitir la curación del hombre. Con un breve discurso, Jesús advierte a los jefes que en realidad son ellos quienes arrojan a las personas fuera de la sinagoga, pero es él quien las libera. 


Reivindicando ser el verdadero "pastor de las ovejas" (Jn 10,2), que "ha venido para que tengan vida en abundancia" (Jn 10,10), denuncia a los presuntos pastores, definidos por Jesús como "ladrones y asaltantes", que luego de haber tomado prisionero al pueblo (ovejas), dentro de la institución religiosa (recinto), no entran sino para robar, matar y destruir. En el evangelio de Juan, el término "ladrones" (en griego: kleptês), es adoptado por el evangelista para los dirigentes del pueblo, y para Judas, que "era ladrón y como tenía a su cargo la bolsa de dinero con la colecta, robaba lo que se ponía en ella" (Jn 12,6). El término "asaltantes" (en griego: lêstês), Juan lo usa para los dirigentes, y para Barrabás, que era un "bandido" (Jn 18,40). Las actitudes del verdadero Pastor se resumen en "llamar a las ovejas por su nombre y conducirlas afuera" (Jn 10,3), y luego va delante de ellas. Con el término "ovejas" en el Antiguo Testamento es designado el pueblo de Israel (Ez 34,31). El verbo "conducir afuera o hacer salir" (en griego: exagô), es el término técnico utilizado en el Antiguo Testamento para indicar el fin de la esclavitud de Israel cuando el Señor "hizo salir de Egipto", a su pueblo (Ex 3,10; 6,27). Jesús saca a las ovejas del recinto (aprisco). Para indicar este lugar, el evangelista adopta el término "aulè", que en la Biblia nunca indica un recinto de ovejas, sino el atrio delante del santuario en el Templo de Jerusalén, centro de la institución religiosa judaica (Ex 27,9). Aquí el evangelista desea indicar que la "tierra prometida" se ha convertido en un lugar de opresión y de esclavitud, de la cual el Mesías debe "hacer salir" a los creyentes en él. Jesús afirma que "cuando las ha sacado ("ekbalê") a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz" (Jn 10,4). Como en el éxodo, el Señor camina delante de su pueblo para conducirlo hacia la libertad. Jesús es el Pastor de los espacios abiertos. Ha venido para que tengamos vida, y vida en abundancia. Promete vida plena. No sólo la vida necesaria; no sólo el mínimo sin el cual la vida no es vida, sino la vida exhuberante, excesiva. Así es Dios: maná no sólo para un día sino para cuarenta años en el desierto. Pan para cinco mil personas, piel de primavera para diez leprosos, piedra dada vuelta para sacar de allí a Lázaro, perdón por setenta veces siete, frasco de nardo puro de trescientos denarios. 


El verdadero pastor no es quien humilla ni aprisiona; ni quien invade las conciencias con amenazas ni prepotencia. Es el que ayuda a liberar y a vivir la libertad en sentido integral. En una homilía del 23 de mayo de 2013, el Papa insistía que la falta de caridad "hace tibio al Pastor; le hace distraído, olvidadizo y hasta intolerante; le seduce con la perspectiva de la carrera, la adulación del dinero y las componendas con el espíritu del mundo; le vuelve perezoso, transformándole en un funcionario, un clérigo preocupado más de sí mismo, de la organización y de las estructuras que del verdadero bien del pueblo de Dios". El auténtico Pastor va delante del rebaño: no es un pastor de retaguardia. Ante todo es de vanguardia. Es pastor de futuro. Se dispone a caminar "en medio y detrás" del rebaño. Capaz de escuchar el silencioso relato de quien sufre y sostener el paso de quien teme ya no poder más; atento a volver a levantar, alentar e infundir esperanza. El pastor llama a sus ovejas por su nombre, porque las conoce personalmente. No las tiene registradas en su computadora, sino en su corazón. Por eso no las olvida. 

Por el Pbro. Dr. José Manuel Fernández