Hace dos meses atrás falleció en el porteño barrio de Floresta Agustín Alejandro Castelló. Fue uno de los tantos huérfanos que fueron enviados a distintos puntos del país y del mundo, luego del terremoto del 15 de enero de 1944, sucedido en San Juan, que dejó alrededor de 10.000 víctimas fatales y la ciudad capital casi totalmente destruida. Sus datos son los de adopción. Por esas paradojas del destino nunca podremos saber si sus padres adoptivos le contaron la verdad sobre su identidad biológica o si en algún momento, él particularmente, sospechó algo.


Cuando un bebé es arrancado de los brazos de su madre por la causa que fuere y entregado a otra mujer él sabe instintivamente que esa no es su madre. La razón es simple: él estuvo nueve meses en el vientre de una mujer y el latido del corazón de la madre adoptiva es otro, no es el mismo que escuchó durante su gestación. Algo de esto debió ocurrir con Agustín; intuía pero callaba.

La noticia de la tragedia que enlutó a toda la sociedad argentina despertó en forma inmediata la solidaridad del mundo para con todos los niños que quedaron huérfanos. Llovieron de todas partes pedidos de adopción. Pero muchas veces y hay que decirlo también, con carácter selectivo y marcadamente discriminatorio. Todo esto está documentado tanto en el Archivo General de la Provincia de San Juan como en el Archivo General de la Nación. Agustín, adoptado y criado en un típico hogar de clase media argentina creció, desde lo físico, con muchas dificultades por sus problemas de visión, razón por la cual fue sometido a diversos tratamientos y operaciones. Su capacidad resiliente para sobreponerse a las adversidades lo mantuvieron firme y de pie frente a la vida.


Como genealogista estoy comprometido con esta causa y sé que la única solución para tantas personas que buscan su verdadera identidad es la creación de un Banco Genético para cerrar de esta forma la página más injustamente olvidada y no resuelta de nuestra historia local. 


Adjunta a la nota se publican fotos de Agustín. La idea es que si algún familiar cree advertir señales de parecidos físicos con él, no dude en hacerlo conocer. La identidad biológica es un derecho inalienable y las nuevas generaciones así lo entienden. 

  • Banco Genético

Como genealogista estoy comprometido con esta causa y sé que la única solución para tantas personas que buscan su verdadera identidad es la creación de un Banco Genético para cerrar de esta forma la página más injustamente olvidada y no resuelta de nuestra historia local. (Lic. Juan José Arancibia). 

Por el Lic. Juan José Arancibia
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