La decisión del gobernante venezolano Nicolás Maduro de encarcelar a los líderes de la oposición Leopoldo López y Antonio Ledezma no lo ayudará a consolidar su régimen. Por el contrario, podría ser contraproducente.
A juzgar por lo que escucho de los diplomáticos latinoamericanos y estadounidenses, el encarcelamiento de los dos opositores internacionalmente conocidos que estaban bajo arresto domiciliario ha enfurecido a jefes de estado de todo el mundo.


Los arrestos del 1 de agosto, así como la revelación un día más tarde por el presidente de la empresa de tecnología electoral Smartmatic que el régimen venezolano había manipulado el conteo de los votos realizado por la firma en la votación del 30 de julio para una Asamblea Constituyente, animarán a varios países a tomar una postura más firme contra la dictadura de Maduro.


"Tendrá un impacto importante", me dijo el canciller chileno Heraldo Muñoz en una entrevista telefónica, refiriéndose al regreso a prisión de los dos líderes opositores. "Esto no puede continuar. No puede haber más arrestos y violación al estado de derecho".


López, que estudió en Harvard y fundó el partido opositor Voluntad Popular, es el prisionero político más conocido de América latina.


Su esposa Lilian Tintori, expresentadora de televisión, ha estado dirigiendo una campaña internacional para su liberación desde que fue encarcelado por primera vez en 2014.


Es difícil no conmoverse ante la historia de López. Durante su estadía de tres años en una prisión militar, hasta que le concedieron un arresto domiciliario, muchas veces le negaron el permiso para ver a sus hijos Manuela, de 8 años, y Leopoldo, de 4.


Y Ledezma también es una figura muy conocida internacionalmente. Fue el alcalde democráticamente elegido de Caracas, hasta que el fallecido presidente Hugo Chávez le quitó todas sus funciones.


Cuando los cancilleres de los países más grandes de América Latina se reúnan en Lima, Perú, para discutir la crisis venezolana, seguramente van a reaccionar con mayor firmeza ante los últimos acontecimientos.


Los escépticos dicen que nada de esto ayudará a derribar al gobierno de Maduro, y que las últimas medidas del dictador venezolano demuestran que ha decidido quemar las naves, y convertir al país en una nueva Cuba.


Sin embargo, no creo que pueda salirse con la suya. El nuevo arresto de López y Ledezma y la farsa electoral de la Asamblea Constituyente no ayudarán a Maduro a ganar tiempo y debilitar las protestas callejeras. Lo más probable es que ocurra lo contrario: que encolericen aún más a la comunidad internacional, y a la valiente oposición interna en Venezuela.

Foto
El líder opositor Leopoldo López.