El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, se dirige ante la Asamblea General de las Naciones Unidas.


El presidente de El Salvador se dirigió a la Asamblea General de la ONU con un discurso en el que resaltó lo que "en poquísimo tiempo" ha logrado su país, el cual según él, "pasó de ser el país más peligroso del mundo a ser el más seguro de América". 


A nadie debería sorprenderle que el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, haya anunciado que se postulará para la reelección en 2024 a pesar de que la Constitución de su país prohíbe mandatos consecutivos: la creciente tolerancia de América latina hacia los presidentes autoritarios prácticamente lo animó a hacerlo. 


La mayoría de los países latinoamericanos dijeron poco o nada cuando los presidentes de Venezuela, Bolivia y Nicaragua, entre otros, violaron las constituciones de sus países para extender sus mandatos. Y Estados Unidos, especialmente durante la presidencia de Donald Trump, también es culpable de haber hecho muchas veces la vista gorda ante la erosión del estado de derecho en la región. 

"La fiebre reeleccionista de los presidentes latinoamericanos no es algo nuevo, pero se está agravando por la falta de condena internacional". 

La Constitución de El Salvador prohíbe explícitamente que los presidentes en ejercicio se postulen por mandatos consecutivos. Sin embargo, el año pasado, después de que el partido de Bukele ganara las elecciones legislativas, el Congreso controlado por él despidió ilegalmente a cinco miembros de la Corte Constitucional y los reemplazó con partidarios del presidente, que poco después emitieron un fallo que permitía la reelección presidencial consecutiva. La manipulación del sistema judicial por parte de Bukele fue criticada duramente por el gobierno del presidente Joe Biden, pero no produjo una protesta masiva de América latina. 


En Nicaragua, el dictador Daniel Ortega hizo que la Asamblea Nacional bajo su control cambiara la Constitución en 2014 para permitir reelecciones consecutivas, después de haber reformado la Constitución para permitirle postularse para una primera reelección en 2011. Ortega está ahora en su cuarto mandato consecutivo. 


En Venezuela, el difunto dictador Hugo Chávez cambió la Constitución para permitir reelecciones indefinidas en 2009.


En Bolivia, el ex gobernante Evo Morales hizo que el Tribunal Supremo Electoral aprobara su petición de postularse para un cuarto mandato consecutivo en 2019 a pesar de una prohibición constitucional de hacerlo.


Años antes, el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa, el ex presidente argentino Carlos Menem, el ex presidente colombiano Álvaro Uribe y el ex presidente peruano Alberto Fujimori también habían modificado sus constituciones para permitir su reelección. 


Los expertos dicen que hubo tres etapas en la fiebre reeleccionista latinoamericana. En la década de 1990, varios presidentes de centro derecha cambiaron sus constituciones para poder postularse por un período consecutivo. Luego, en la década de 2000, los presidentes de izquierda comenzaron a cambiar sus constituciones para permitir reelecciones indefinidas.


Más recientemente, Ortega y Bukele han introducido una nueva variante: controlar los tribunales constitucionales.


A menos que los gobiernos latinoamericanos comiencen a tratar a los aspirantes a dictadores como parias políticos, el virus autoritario de la región seguirá expandiéndose.

Por Andrés Oppenheimer
Columnista del Miami Herald